Esta pandemia que nos viene condicionando la vida -y la muerte- desde hace un año aproximadamente, parece haber soportado todo tipo de análisis, más los que han de venir. Pero al margen de los análisis referidos a la enfermedad en sí y a las soluciones que se han adoptado, ha evidenciado deficiencias endémicas que han sido denunciadas constantemente pero que, desgraciadamente, parecen haber caído en saco roto.
Por un lado, la pandemia ha puesto aún más de manifiesto la falta de inversión pública en sanidad y atención a la dependencia, resultado de un elaborado plan por parte de las empresas privadas que desde hace años han visto el filón que suponía invertir en este sector. Para ello, han contado con la inestimable colaboración de una clase política, unas veces corrupta, otras veces fríamente neoliberal y otras (las más, probablemente) claramente abúlica, pero que ha optado, de forma sistemática, por salidas “fáciles” a problemas complejos. También ha resultado ser la pandemia un involuntario índice de pobreza y de falta de asequibilidad y accesibilidad a los servicios sanitarios lo que implica también una falta de inversión en transporte público y en infraestructuras de comunicación.
La infrafinanciación que sufre Andalucía a través del Sistema de Financiación Autonómica, así como la constante “necesidad” de los gobiernos de la Junta de recortar el servicio sanitario público tiene enormes consecuencias sobre la vida de las Andaluzas.
La accesibilidad a servicios públicos como la sanidad viene condicionada por la dotación de infraestructuras sanitarias, personal, e infraestructuras de comunicación existentes entre las diferentes Zonas Básicas de Salud y sus hospitales de referencia. No olvidemos que en los últimos años no solo los recortes presupuestarios justificados en la crisis económica, sino también un modelo hospitalocéntrico (prácticamente con nula inversión en medicina social y preventiva) y economicista que basa la inversión en la rentabilidad, han ido conduciendo a hospitales de referencia cada vez más sobresaturados donde no solo hay que acudir en casos graves que impliquen un ingreso, sino que es donde se presta la asistencia especializada de la mayoría de zonas rurales.
Las enormes diferencias de acceso al sistema sanitario andaluz son debidas, por una parte, a la estructuración en Distritos Sanitarios en que se divide Andalucía y la desigual dotación de hospitales y personal sanitario en cada uno de ellos, y, por otra, a las comunicaciones con los centros donde se imparten las consultas de especialistas y los hospitales públicos. En ese sentido se aprecia una mortal discriminación de las zonas básicas rurales menos pobladas y más alejadas o peor comunicadas con los centros sanitarios públicos, gracias a la falta de inversión en infraestructuras viarias, ferrocarriles de cercanías y medios de transporte comunitarios.
Un índice muy llamativo y revelador de esta situación es el porcentaje de fallecidos Covid respecto a los positivos confirmados. Existen algo más de doscientas zonas básicas de salud en Andalucía, distribuidas en 35 distritos sanitarios de las cuales 26 tienen un porcentaje de fallecidos superior a 1,7 veces la media Andaluza. La mitad de estas 26 se sitúan en las provincias de Jaén y Córdoba que tienen el “privilegio” de poseer la cuarta parte de sus zonas básicas de salud con un índice de mortalidad respecto a confirmados Covid muy superior al referido 1,7 veces la media Andaluza. Y no es casual que se correspondan mayoritariamente con zonas rurales con peores dotaciones sanitarias e infraestructuras de transporte, tales como Iznájar, Santiago-Pontones, Alcalá la Real, Puente Genil, la zona básica de salud de La Sierra en Córdoba (zona de Obejo), Porcuna, Peal de Becerro, La Carolina, Linares, Arjona, Priego de Córdoba o Montoro.
Se podría pensar que existen factores distorsionadores en este porcentaje de fallecidos como un aumento de la edad media de las zonas mencionadas o una baja tasa de detección de casos en estas provincias, pero estos factores, aunque podrían influir, se diluyen en el momento que se comparan datos a nivel andaluz y se repite la tendencia. Santa Fe o Loja en Granada, Carmona en Sevilla, Los Vélez o el Alto Andarax en Almería, Aracena en Huelva, Archidona en Málaga o Tarifa en Cádiz son claros ejemplos.
El caso de Málaga es muy representativo de lo que intentamos demostrar. Las diferencias entre la costa, mucho mejor comunicada y mejor dotada de hospitales que el interior, son significativas. El distrito sanitario Serranía es el de mayor porcentaje de fallecidos sobre confirmados Covid, superando en 1,46 veces la media andaluza. El distrito de La Vega (Antequera y sus municipios aledaños) Supera a la media andaluza en 1,15 veces, mientras que el distrito de Málaga capital y de la Axarquía tienen un índice menor a la media andaluza, y son el valle del Guadalhorce (0,84 veces la media andaluza) y sobre todo el distrito Costa del Sol (0,75 veces la mortalidad media andaluza) los distritos con mejor índice. Resultando por tanto que el índice de mortalidad en Serranía (Ronda etc.) es casi el doble que en el distrito de Costa del Sol. (1,95 veces mayor)
Las zonas básicas de salud (ZBS) con menor número de habitantes, que suelen tener peor accesibilidad a los recursos sanitarios mantienen un mayor índice de mortalidad respecto a los confirmados Covid que aquellas con mayor población. Veamos la distribución:
- Más de doscientos mil andaluces y andaluzas que residen en ZBS con menos de 10.000 habitantes tienen una mortalidad de más de un 13% sobre la media Andaluza.
- Más de 1 millón de Andaluzas que residen en ZBS con entre 10.000 y 20.000 habitantes, presentan un índice casi 11% más que la mortalidad media de Andalucía.
- Más de 1 millón de Andaluces y Andaluzas residen en zonas básicas de salud de entre 20.000 y 30.000 habitantes. Estas superan casi un 3,5% el índice medio Andaluz de fallecidos sobre confirmados Covid.
- Los más de 2,7 millones que residen en ZBS de entre 30.000 y 100.000 habitantes y los 1,3 millones que residen en ZBS de entre 100.000 y 200.000 habitantes son los que presentan un índice de mortalidad sobre confirmados inferior a la media (del 92 y 85% del índice andaluz respectivamente).
- La tendencia a la baja del tramo anterior vuelve a subir hasta más del 9% del índice medio Andaluz cuando se analiza a los 2 millones de Andaluces que residen en las cinco zonas de más de 200.000 habitantes, a causa del colapso del sistema. El colapso no es solo debido a un mayor índice de población sino a que en muchas ocasiones sus instalaciones hospitalarias no solo han de atender a los residentes en su distrito sanitario, sino a los de distritos sanitarios aledaños que carecen de las mismas o poseen servicios más limitados.
Por provincias Sevilla tiene el 7,8% de sus zonas básicas de salud con un índice de mortalidad sobre confirmados Covid superior a la media Andaluza (tomando como media un intervalo entre 0,8 y 1,4 veces la media aritmética); Málaga el 11,5%; Cádiz el 12,5%; Huelva el 14,3%; Almería el 15,8%. De nuevo la Andalucía más rural e interior destaca en el extremo opuesto. Así, el 32,1% de las ZBS de Jaén y el 32% de las de Córdoba superan el índice de mortalidad medio Andaluz, y lo mismo ocurre en el 36,6% de las ZBS de Granada.
Todo esto vuelve a poner de manifiesto que las políticas, inversiones públicas y accesibilidad a los servicios públicos son muy desiguales entre las provincias Andaluzas y, dentro de ellas, entre diferentes zonas. La Andalucía rural interior, la de menor renta disponible, mayor exilio laboral y mayor precariedad laboral, es además, la que menor accesibilidad tiene a los servicios públicos básicos debido a la falta de inversión pública en infraestructuras de todo tipo por parte de la Junta y del Gobierno central.
Y como muestra un botón: Las inversiones reales de los Presupuestos Generales del Estado de 2021 en la provincia de Córdoba suponen 186 millones de euros, de los cuales 124 millones corresponden para la ampliación del Cementerio Nuclear de El Cabril (3,7 millones de euros), en obras en la alta velocidad para evitar que el AVE entre Sevilla y Málaga pase por Córdoba (103,1 millones de euros), y en inversión en telecomunicaciones y electrificación para ADIF (17,4 de euros). De éstos últimos solo 1,4 millones son de inversión en cercanías y regionales. Por tanto si quitamos de la ecuación la inversión en el Cabril y en AVE, la provincia Córdoba se sitúa en el furgón de cola en inversión medida en euros por habitante comparativamente con los datos de las distintas Comunidades Autónomas.
Cabe pensar, por tanto, que las inversiones previstas no van a suponer ningún cambio sustancial en la vida de la mayoría de los y las cordobesas ni van a paliar en ningún sentido las desigualdades territoriales que sufrimos.
* Imagen de portada con licencia Creative Commons de Wikimedia Commons.
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