Remedios Gómez Márquez es una mujer menuda, ágil y alegre y, pese a sus 87 años, sus ojos destellan un brillo que desvelan una fuerza entrenada por el transcurso de una vida dura y condicionada por una fecha: el 6 de agosto de 1936. Ese día, un grupo de presos, entre los que se encontraban su padre y su hermano, fueron sacados de la prisión de Montilla por la columna militar del general franquista José Enrique Varela Iglesias y, tras su vil asesinato, fueron depositados en una fosa, probablemente situada en el término municipal de Castro del Río1.
En marzo del año 2017, tras la publicación de la Ley de Memoria Histórica de Andalucía, a Remedios Gómez, junto al resto del movimiento memorialista de Andalucía, le brotó un atisbo de esperanza por las expectativas que anunciaba su articulado. Sus propuestas realmente supusieron el resurgir de la ilusión, casi apagada, de conocer el paradero de los restos de sus seres queridos que tantas décadas estuvo buscándolos. Pero no sólo ella y el resto de familiares represaliados por el franquismo se sintieron esperanzados, sino que el resto de la ciudadanía, por fin, iba a terminar de completar un capítulo de la historia de un país que con tanto ahínco se ha intentado borrar de nuestra memoria. Por fin íbamos a conocer la verdad.
Sin embargo, después de un año y medio trascurridos desde la publicación de la Ley, las expectativas creadas han ido decreciendo hasta convertirse en un sentimiento de desilusión y engaño. Desilusión, por las esperanzas ahogadas ante el lento desarrollo del reglamento, y engaño, por la poca voluntad política que se ha visto reflejada en la insuficiente dotación económica que se ha destinado al cumplimiento de dicha ley.
Cierto es, que en mayo del año 2017, se llevó a cabo, financiado por la Dirección General de Memoria Democrática, la exhumación, promovida por la petición de Remedios, de una fosa en Castro del Río en la cual, según las investigaciones de Arcángel Bédmar, es muy probable que se encuentren los cuerpos de los presos asesinados del cordón de Montilla, entre los que se encontraban los familiares de Remedios. Tras la exhumación de los cadáveres y la toma de muestras de adn, tanto a los restos óseos como a Remedios, aún se está esperando a que se cotejen los resultados para saber si realmente, entre estos restos se encuentran los cuerpos del padre y el hermano de Remedios. Sin este cotejo, el objetivo final de la exhumación es inalcanzable.
A esto hay que añadir que este proceso está financiado con dinero público, ese que tanto escasea en las arcas del pueblo y cuyo fin debe estar destinado a las demandas de la ciudadanía y no a la recolección de un puñado de votos a través de las falsas esperanzas creadas por una Ley de salón. Esperemos que a Remedios no se le apague el brillo de sus ojos antes de conocer el paradero de sus seres queridos.
*Arcángel Bédmar (2016), https://arcangelbedmar.com/2016/08/18/una-fosa-comun-en-1936-de-presos-de-montilla-en-castro-del-rio/
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