Francisco Javier Lucena Domínguez
Han convertido el país en un basural. Conviene recordarlo, porque es tanta la corrupción y son tantas las tropelías cometidas desde el poder durante años y años, que no debemos asumirlo como normal. Nos merecemos un país decente y tenemos que luchar por su regeneración, asumiendo nuestra cuota de responsabilidad, cada uno la suya, desde la más elemental, la del voto en las urnas. Son muchos los acontecimientos o testimonios que podríamos invocar para ilustrar la situación de auténtica emergencia que vivimos, pero basten dos: las múltiples ramificaciones del comisario Villarejo en las cloacas del poder (muy recomendable el artículo de Alejandro Gámez en Público,
https://blogs.publico.es/red-juridica/2019/04/15/cloacas-del-estado/) y el análisis que proporciona David Jiménez, antiguo director de El Mundo, tan poco sospechoso de izquierdismo, con su reciente libro «El Director».
De las cloacas del poder (recuerden, aquellas de las que decía Felipe González que también desde ellas se defiende el Estado) intuíamos y sabíamos su alcance, pero no teníamos las pruebas. Con las últimas filtraciones ya están disponibles para todos y todas: una mezcla de negocios privados, turbios intereses empresariales, sucios juegos políticos y manipuladas campañas mediáticas, en un sistema, en un entramado tan compenetrado como eficaz, hasta su descubrimiento. Todo un reflejo de ese pudridero en que el bipartidismo, el del PP y PSOE, han convertido nuestro país; conviene también recordarlo, ahora que, aunque de modo más imperfecto, el de bloques, intentan reeditar el teatrillo ambos partidos, uno acentuando el extremismo diestro, el otro disfrazándose de centrismo sensato. Mientras tanto, muchos de los policías implicados siguen en activo o ni siquiera se les ha abierto expediente disciplinario. Y también mientras tanto, ya se frotan las manos los barones socialistas soñando con un gobierno en coalición con Ciudadanos, a mayor gloria del sistema, ese mismo que han contribuido a engendrar.
El libro de David Jiménez viene a convalidar el diagnóstico y, desde su experiencia al frente de uno de los periódicos más influyentes del país, nos narra en detalle la confluencia de cloacas policiales, torticerismo político, juego sucio de los grandes empresarios del IBEX y campañas mediáticas. Las exclusivas más importantes del periódico se las proporcionaba Villarejo, incluidas las inventadas desde las cloacas; desde Moncloa o desde el despacho de Florentino Pérez se cesaban periodistas, redactores, etc. y se promocionaban otros; desde los bancos o desde el despacho de Alierta, el Presidente de Telefónica, se salvaban las cuentas de los medios de comunicación, a cambio de eliminar referencias críticas, o se ponía en nómina a decenas de periodistas o les se ofrecían todo tipo de regalías (viajes exóticos, televisores, relojes de lujo, cesión indefinida de coches de alta gama…) Por decirlo con las propias palabras del autor: “El sistema estaba perfectamente engrasado (…) El poder económico protegía al poder político. El poder político protegía al poder económico.
La prensa protegía al poder económico…” La liquidación de la libertad de prensa bajo el peso del dinero, en suma. David Jiménez lo expresa gráficamente con un dicho afgano: “comprar un periodista no es posible, pero de alquiler podemos hablar”. Por cierto, llama la atención el nulo debate mediático que el libro ha suscitado hasta ahora, a pesar de ser uno de los suyos y de la extrema gravedad de lo que denuncia; todo un síntoma. Sabíamos lo de que el poder, a quienes se le oponen -a ellos, sus intereses y sus corruptelas- se les ataca implacablemente, se les desorganiza, se les divide y, finalmente, se les destruye. Pues ahí estamos, ante la muestra obscena de su actuación, ejemplificada en el ataque sin piedad por tierra, mar y aire y cloacas a Podemos y el espacio que hoy representa Unidas Podemos.
Vendrán tiempos sin elecciones y podremos dedicarnos a lo importante (proyecto de país, organización, movilización…) y a la subsanación de errores. Pero mientras, dejemos por un momento al Don Algodón que llevamos dentro, y pongamos nuestro granito, nuestro voto a trabajar por la regeneración de nuestro país. Si los poderosos que mueven los hilos de sus privilegios y nuestra precariedad, los mismos que alimentan el basural, tienen por enemigos a los de Unidas Podemos, entonces queda claro quienes son los que pueden acabar con ello y del lado de quien debiéramos estar. Porque nos merecemos un país decente, votemos Unidas Podemos.
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