Juan Rivera Reyes, miembro del Colectivo Prometeo.
Se llamó Catalina Muñoz Arranz y seguramente lo último que hizo en la madrugada del 22 de septiembre de 1936, en esa fría noche palentina pese al calor de verano, fue apretar con todas sus fuerzas (sabiendo que iban a ser las últimas) el sonajero con el que hacía aflorar la sonrisa en el rostro de su hijo Martín de apenas 8 meses.
Al instante llegó la descarga de odio en formas de balas y sus vecinos falangistas, carlistas y golpistas que la habían llevado hasta la tapia del paredón, una vez disparado el tiro de gracia y arrojada a la fosa común pudieron retirarse a descansar plácidamente. Estaban en “Santa Cruzada” y exterminar a las alimañas que nutrían la hidra roja no computaba como pecado. Al igual que a los fanáticos islamistas de hoy según los padres espirituales, ayudaba a abría la rendija de acceso a las puertas del paraíso.
83 años después su hijo Martín recuperó un sonajero del que no se acordaba y Lucía la mayor (única superviviente de las hermanas) a sus 94 años pudo recordar sin miedo el rostro de una madre borrado a la fuerza por los verdugos del Franquismo durante cuarenta años y difuminado a conciencia por los herederos políticos del dictador durante la Transición y Restauración Borbónica. ¡Qué importan los sentimientos de tantos centenares de miles de familias a las que -al igual que a Lucía y Martín en Cevico de la Torre– les arrebataron caricias, madres y futuro!
Porque la cruenta represión durante la contienda y postguerra no tuvo nada de improvisada y mucho de metódica y planificación. Por ello fue insaciable y sin excusas. Provincias como Palencia y tantas otras que desde el primer momento cayeron íntegras en el bando sublevado hicieron correr la sangre republicana con el mismo ardor e intensidad que otras donde pudieron acogerse a la excusa de la lucha.
Y también tuvo trazos en sus componentes de odio a la mujer insumisa y librepensadora hasta adquirir tintes de feminicidio. Así nos encontramos con las ejecutadas de Zufre, las sirvientas y trabajadoras de Fuentes de Andalucía, desaparecidas sin rastro aunque sus captores desfilaron por el pueblo con las bragas y sujetadores, las mujeres de Grazalema, Guillena, Puebla de Guzmán… En la mitología simbólica de la Izquierda hemos instalado un altar en honor de las 13 rosas madrileñas asesinadas el 5 de agosto de 1939, pero flores republicanas segadas sembraron las cunetas y cementerios de todo el país. Y los restos de la mayoría siguen esperando salir del anonimato, aunque el ensañamiento con algunas como la dirigente comunista Aurora Picornell en Mallorca (fusilada la noche del 5 de enero de 1937 junto a Catalina Flaquer, Antònia Pascual, María Pascual y Belarmina González frente al cementerio de Porreres) hace muy difícil aplicar la Ley de Memoria Histórica¹.
El drama colectivo que vivimos como nación es ver y constatar que a finales de junio de 2019 un amplio sector del pueblo español, capitaneado por los representantes electos de Ciudadanos, PP y Vox -en ocasiones como ésta hacen los honores al merecido apodo de “Trifachito”- sigue humillando a las víctimas de la Dictadura para blanquear y construir sin pudor una historia paralela inventada con mucha hagiografía y poca verdad .
Es la jauría dispuesta a ningunear las peticiones de quienes solo aspiran al entierro digno y reconocimiento de la memoria de sus antepasados, para a renglón seguido hacer daño gratuito a la menor ocasión. El objetivo: la prevalencia sin discusión de su universo ideológico.
El caso de Córdoba capital es paradigmático. La segunda medida -una primera fue subir el sueldo de los munícipes- del flamante Ayuntamiento PP/C´s con el apoyo en la banda de Vox, ha sido anunciar que revertirá el nomenclator del actual callejero, aplicado de forma titubeante y al final de su mandato por la anterior corporación, para volver a poner los nombres del Franquismo.
¡A quién importa que la Comisión Local de la Memoria Histórica elaborase una propuesta ajustada a la vigente ley de Memoria o que en la misma estuviesen historiadores, profesores de Historia Contemporánea de la facultad, de la solvencia de Francisco Acosta o Antonio Barragán! Para qué se van a tener en cuenta los estudios certeros y científicos de Francisco Moreno Gómez, Arcángel Bedmar o Francisco Navarro que no dejan duda sobre la magnitud del genocidio en la capital y provincia, los miles de cuerpos ejecutados en el cementerio de San Rafael, los cautivos…
Ni por esas. En una jugada que apesta a “fraude de ley”, el ideológicamente añejo concejal responsable de presidencia, Seguridad y Movilidad, Torrico ha puesto sobre la mesa «recuperar la denominación popular» de las calles. Hablando en plata: restituir el callejero franquista.
Y así Cañero solo se mira como rejoneador y no cabecilla de los grupos de limpieza, razzia y escuadrones de la muerte, a Cruz Conde como político sin lazos con la dictadura, desmintiendo si hace falta hasta el libro (escrito por los partidarios del golpe Marcelino Durán de Velilla y Manuel García Prieto en 1939 “El 18 de julio; Episodios del glorioso movimiento nacional en Córdoba») donde se afirma: ”El señor Cruz Conde traía órdenes concretas y obtuvo de dichos señores [los jefes militares y de la guardia civil, Cascajo y Rivero] la palabra de honor de que las fuerzas a sus órdenes secundarían el Movimiento”. El protagonista es pieza esencial de la maquinaria que puso en marcha la rueda demoníaca. Casi 4.000 fusilados en la capital (11.500 en la provincia), según el estudio de Moreno Gómez.
O retrata a un un inmaculado conde de Vallellano, sin sitio en la biografía para un pasado de procurador, ministro y conspirador franquista.
El tema de la guerra civil sigue latente en España 83 años después porque quienes detentaron (y detentan) el poder, tras llevar al paroxismo en la época su “odio de clase “siguen manteniendo que el “escarmiento“ y la “escabechina” a los que cuestionaron el orden sempiterno estuvo más que justificado.
Es la España que hiela el corazón y se regodea en la leyenda negra, la que da certificados de patriotismo y exige pureza de sangre. La única Memoria ajena que le interesa es la Memoria silenciada.
Esa Patria que considera antiespañol a Abderramán III mientras vitorea a Leovigildo. La que niega la Mezquita mientras cree a pies juntillas la fábula de «Santiago y cierra España».
La que nos excluye y devora provocando que cada equis décadas aparezcan sonajeros quebrados por los que escaparon sueños rotos y mientras cambia los rótulos escupe desprecio sobre la memoria de las víctimas y sus descendientes.
Y no olvidemos el propósito esencial: quien no tiene memoria no tiene relato propio. Y es presa fácil de quienes construyen el suyo desde la falacia. Por las miles de Catalinas, por los millones de Marios, no lo olvidemos nunca.
1.- Paréntesis interesado: Si un territorio ha destacado en los últimos años por el esfuerzo de las instituciones en recuperar los restos de los represaliados y dignificar su memoria, ese ha sido sin duda la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, gracias entre otras cosas al gran trabajo y total compromiso de la consejera de Cultura Fanny Tur Riera.
Fuente: Colectivo Prometeo.
Imagen de Goval.
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