El pasado día 18 de julio, mujeres de Córdoba se desplazaban a Málaga a participar en una acción organizada por las compañeras de la ciudad hermana para protestar por los infames recortes en materia de lucha contra la violencia de género que ha aprobado el nuevo gobierno de la ultraderecha que tenemos en la Junta de Andalucía.
En Paradigma, conscientes de que este tipo de acciones no tiene la cobertura que debería tener en los medios de comunicación públicos y privados, y haciendo aquello para lo que nacimos y existimos, estuvimos presentes en el viaje y en el acto. En la medida de nuestras muy humildes posibilidades, seguiremos llevando la voz de aquellas luchas justas y valientes por la consecución de los Derechos Humanos. Y, en este caso, siempre estaremos de parte de quienes sufren la desigualdad, la violencia, el terrorismo de un sistema patriarcal que hace sentir miedo y vivir en situaciones trágicas a cientos de miles de mujeres y sus hijos e hijas en nuestro país, hasta el punto de llegar a ser asesinadas por sus parejas o ex-parejas. Terrorismo en estado puro que no es tratado como otros tipos de terrorismo. ¿Por qué?
A continuación os dejamos el relato, elaborado por Sacramento Merino, y material audiovisual de la jornada festiva y de lucha de nuestras compañeras.
¡Ni una menos! ¡Estamos con vosotras! ¡Os creemos, hermanas!
Video cortesía de Francisco Aguado Ranea
De Córdoba a la calle Larios:
Mil siete asesinadas a las que damos voz. Amanece y nos dirigimos al punto de encuentro. Allí, un grupo de mujeres integrantes de la Plataforma cordobesa contra la violencia a las mujeres, acompañadas de Álex representante de Paradigma, nos vamos a Málaga. Vamos en apoyo a las compañeras feministas malagueñas en su protesta contra la aprobación de los presupuestos de la Junta de Andalucía. Presupuestos que, una vez más, menosprecian a las mujeres y todas y cada una de las violencias que sufrimos por el hecho de serlo. Irónico que sea precisamente un 18 de julio cuando se apruebe este pacto de la infamia.Fecha tan terriblemente significativa en la historia de nuestra lucha por los derechos sociales, por los derechos humanos.
Poco a poco vamos llegando y entre risas y abrazos se va acercando la hora de subir al autobús. De camino a Málaga, María y Elena van improvisando una canción de protesta que nos sirve para ir calentando motores y disfrutando del viaje. Porque no nos olvidemos, cuando se lucha por la justicia también se disfruta.
Paco, el conductor del autobús nos deja cerca de la playa donde pasaremos el día hasta la hora de dirigirnos a la plaza de la Constitución, lugar elegido para la protesta. Nada más llegar realizamos el primer acto, allí mismo entre el agua y la arena.
Subidas a una especie de tirolina, Elena y Marisa despliegan la pancarta de la plataforma con la imprescindible participación de Patro. Eso sí !al tercer intento!, mientras las grabábamos y hacíamos fotos que quedarán en el recuerdo nuestro y de los espectadores allí presentes, debido a la algarabía que montamos.
Al tiempo nos dimos cuenta que al lado había una mujer asando espetos. No suele ser habitual que sean ellas las que realicen esta tarea y a nosotras, siendo mujeres activistas del feminismo, no se nos escapa ese detalle. Nos acercamos a ella y, Lola la mar de contenta con el reconocimiento a su trabajo, estuvo compartiendo un momento lúdico-reivindicativo con todas nosotras.
Entre charlas y baños se van tejiendo lazos y esa sororidad, solidaridad, complicidad necesaria para estructurar movimientos dirigidos a la misma finalidad: construir una sociedad donde la vida pueda ser más vivible. Sobretodo para las que llevamos la carga invisible e insufrible de soportar la opresión más antigua del mundo: La del prejuicio que nos colocó abajo y sobre el que se asienta el sistema patriarcal. La libertad de las mujeres pasa por el reconocimiento de esa opresión y por hacer políticas para su eliminación. Una carta de derechos humanos o cualquier carta magna que no vaya acompañada de políticas activas y efectivas que vayan en esa dirección,se queda en papel mojado. Conscientes de ello, a las siete y media en punto, nos encontramos en la Plaza de la Constitución. En la calle Larios, el movimiento feminista de Málaga ha desplegado una lista en el suelo que ocupa un largo tramo de la calle. Allí están publicados los 1007 nombres de mujeres asesinadas por hombres que tenían una relación afectiva con ellas, desde el 2003 hasta hoy. Marcado por la violencia “día de hoy”. Por la real,ya que este 18 de julio un hombre ha vuelto a asesinar a su mujer y después se ha suicidado y también por la violencia simbólica de aprobar unos presupuestos donde se pega un tajo a los fondos destinados a luchar contra esa violencia.
Impresiona ver todos los nombres de las asesinadas. Junto a la fecha del crimen se puede ver el nombre de los asesinos. Todos ellos maridos, ex-maridos, novios, ex-novios… la gente se acerca sin saber bien qué es esa lista y para qué. A mi lado se detienen tres chicas jóvenes y bromean sobre el significado de esa lista.
Esto será algo sobre Pokemon Go, escucho decir a una. No observo desprecio ni burla en su comentario pero sí desconocimiento y ante eso les explico el porqué de esa lista. Inmediatamente cesan sus risas y las vuelvo a escuchar hablar. Se han quedado impactadas ante la presencia de tal barbarie y no haberse dado ni cuenta. Una compañera malagueña va añadiendo los nombres de las asesinadas este año, bolígrafo en mano. Los nombres de las asesinadas se escriben a diario. Y precisamente esta mañana, con la aprobación de los presupuestos en el parlamento andaluz, lo que han incrementado son las posibilidades de seguir ampliando el goteo de sangre. En el suelo y tapadas con una sábana otro grupo de compañeras ponen de manifiesto que las asesinadas no son
números. Son mujeres de carne y hueso a las que el machismo asesina y los gobiernos olvidan. No dejemos que así sea. Que en cada minuto de silencio institucional se escuche su ausencia, la ausencia de 1007 mujeres. No dejemos que las silencien con la palabra “intrafamiliar”. No dejemos que blanqueen la barbarie los que no la quieren eliminar. Por ellas, por nosotras, por todas.
Negar el machismo MATA.
Magnífica y conmovedora narración. No es entendible la ausencia de vergüenza ante semejante infamia. Poco a poco historias como está, contando la realidad brutal de una sociedad que se autodenomina democratica, harán de la pasividad un delito. Algún día tendremos que responder de este holocausto.