El diario Córdoba ya advertía en días pasados de que los Presupuestos Generales del Estado emanados del cogobierno PSOE-Unidas Podemos siguen sin responder a las necesidades de Córdoba y su provincia, ya que de los 186 millones de euros previstos sólo 27 millones serían inversiones reales. Pero ahí no queda todo, la mayor partida presupuestaria, cerca de doce millones de euros, va destinada al baipás ferroviario de Almodóvar del Río, que perjudica a Córdoba porque la intención es conectar Sevilla con Málaga y Granada sin la necesidad de hacer parada en la estación de Córdoba. Esos 12 millones de euros podrían haberse destinado a la terminación de la necesaria variante oeste de Córdoba. Menos mal que, después de más de un lustro la Biblioteca Central verá terminada sus obras.
Señores y señoras diputados por la circunscripción de Córdoba: en lugar de defender lo bien que tratan vuestros partidos políticos a Córdoba y su provincia, cuando a todas luces no es cierto, podrían aunar sus esfuerzos para conseguir unas cuentas que saquen del cajón del olvido los grandes proyectos que favorecerían el necesario desarrollo de una de las provincias con más paro y empobrecimiento social del país.
Señoras y señores diputados ¿no se sonrojan cuando ven en los presupuestos inversiones ridículas para el Museo Arqueológico o para terminar con las peligrosas curvas de la Cuesta del Espino, que apenas rondan los 100.000 euros, mientras se sigue invirtiendo en el cementerio nuclear de El Cabril 3.7 millones de euros?
Igual ocurre con los presupuestos de la Junta fruto del cogobierno PP-Ciudadanos, que vuelven a destinar dinero para obras que deberían haber terminado hace años, como el Palacio de Congresos. Tampoco apuestan por la autovía de la vega occidental de Córdoba o por la anhelada Córdoba-Jaén. Ni que decir tiene que ni siquiera tienen en mente el servicio ferroviario del tren de cercanías en Córdoba. ¿Tan difícil es llegar a un acuerdo entre administraciones para desbloquear esos necesarios proyectos para Córdoba y su provincia? De nada hay que extrañarse cuando ni siquiera para obras de menor tamaño y cuantía, como la Ronda del Marrubial, existe la posibilidad de su puesta en marcha. ¿Cuántos años habrán de pasar para ello? Los proyectos se eternizan bien por la mala gestión bien por las normativas restrictivas que entorpecen la finalización de los mismos. A modo de ejemplo, las obras del edificio de consultas externas del Hospital Materno-Infantil, recién comenzadas se han parado, un denominador común para muchos casos de obra pública.
Para sacar a Córdoba de la situación perentoria en la que se encuentra debería primar una inversión suficiente para extraerla del pozo en la que se halla sumergida. Mucho se habla de sostenibilidad, tanto que esta palabra cada vez resulta más hueca. Se habla de equidad, palabra ausente en los planes políticos que atañen a Córdoba. Si de verdad las diferentes administraciones apostasen por la sostenibilidad y la equidad presupuestaria la provincia de Córdoba tendría unos presupuestos acordes con sus necesidades. Recordemos las más importantes: desempleo y exclusión social.
Hacen falta unos ingresos o rentas mínimas efectivas para que todas las familias puedan vivir con dignidad sin estar a expensas de ayudas caritativas. Urgen planes de formación y empleo, sobre todo, para los barrios con más necesidades sociales. No es de recibo que año tras año los diferentes presupuestos de las administraciones no den respuesta a esta calamitosa situación en la que viven miles de personas. Apremia un plan de reindustrialización que cree puestos de trabajo de calidad aprovechando la ubicación privilegiada de Córdoba.
Aunque no podemos achacar solamente a los presupuestos la situación socioeconómica de la provincia, probablemente sean unas de las principales causas de su depresión. Año tras año son insuficientes, y año tras año los datos socioeconómicos de la sociedad cordobesa deberían avergonzar a la clase política responsable de las diferentes administraciones, una provincia cada vez más empobrecida y despoblada.
Resulta cada vez más evidente la necesidad de que las personas que se dedican a la política estén cercanos a la realidad de la calle, de los pueblos y ciudades de Andalucía, amantes de su tierra y sus tradiciones y conocedores de su historia, verdaderas servidoras de su pueblo y su tierra, que no hagan de la política una profesión, si no un compromiso con su sociedad y que, una vez cumplido con su cometido, vuelvan a sus respectivas actividades y profesiones.
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