El Círculo Cultural Juan 23 tributará el próximo sábado 13 de noviembre un homenaje al escritor e investigador cordobés Manuel Harazem (1956-2020). Este acto lleva el título de «Las supersticiones de Monsieur Harazem» y comenzará a las 6 de la tarde. Al mismo han confirmado su presencia como ponentes: Rafael Martínez, Juan Zapater, Carmen Panadero y Victoria Falcón.
Manuel Harazem fue el seudónimo que para su activismo intelectual utilizó Manuel Figueroa León, desplegando sus aquilatados saberes históricos en los numerosos textos que dejó en artículos periodísticos y colaboraciones radiofónicas, en charlas y ponencias, en las redes sociales que tanto frecuentó y, principalmente, en el blog grupal «La Calleja de las Flores» y en el suyo propio denominado «Supersticiones«, abierto en 2005 y que no dejó de ir alimentando hasta pocos meses antes de su fallecimiento, así como en los libros que publicó en el último lustro de vida pero que eran fruto de su paciente labor y continuado estudio, títulos como: «Las tribulaciones de monsieur Pegaux» (2017), «Catedral antes muerta que mezquita: la Iglesia contra al Andalus» (2018), «La odisea de los rabadíes. El primer exilio hispano» (2018) y «La cuestión de las estatuas: ensayo cómico taurino y filantrópico sobre la estatuaria pública cordobesa contemporánea» (2019).
Lector voraz dotado de una memoria prodigiosa y una afinada educación de las que ya no se estilan, Harazem destacó por su defensa del patrimonio histórico y arqueológico de Córdoba y, desde bien joven, se interesó por la cultura árabe, estudiando su idioma y viajando por Marruecos, Argelia, Túnez, Yemen, Iraq, Jordania, Líbano, Libia, Egipto, así como por la India, Irán, Turquía, Grecia y buena parte de Europa. Dotado de un estilo personalísimo, la mordacidad y arrojo con la que defendió sus postulados laicistas y librepensadores estuvieron siempre sustentados en una recia documentación que nadie podía rebatirle.
La pérdida de Harazem significó para la Córdoba de la tolerancia la pérdida de una voz culta, una voz de la conciencia que nunca se amilanó ante las presiones de los poderosos, haciéndose acreedora de un prestigio ganado a pulso, donde, a su vez, configuró un lenguaje corrosivo e implacable, que detectaba rápidamente las debilidades y trapacerías de la hipocresía local, siendo gloriosas sus campañas contra la punibles inmatriculaciones de la Iglesia o la pervivencia del franquismo en el callejero cordobés.
Harazem creó y mimó un vocabulario propio y altamente significativo, de forma que muchas de las palabras y expresiones de su invención, de un prodigio imaginativo elocuente, rápidamente cuajaron, para desesperación de sus oponentes, que veían cómo y con qué penetración calaban neologismos como, por ejemplo, «narcofrade» o «carcausario» o «franquismitis«.
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