*Atención, este artículo contiene spoilers.
Nos encontramos ante un filme basado en la novela homónima de 1998 de Patrick McCabe que podemos encuadrar en el género “neo-delusional”. Patricia, alias Gatita –Patrick Kitten o Patrick Pussy-, es una mujer transexual que vive en la Irlanda de los años sesenta y setenta, encontrando en este contexto una gran transfobia y xenofobia hacia los irlandeses, proviniendo esta última del conflicto norirlandés y del terrorismo del IRA. Patricia, huérfana adoptada por una familia que no respeta su identidad sexual, trata de escapar del pueblo de Tyrellin para encontrar a su madre biológica -a la cual se refiere como “la dama fantasma”- en Londres, pero su vida se convierte en una serie de desventuras que, pese a todo, no le hacen perder jamás la sonrisa en el rostro. Tanto Jordan como McCabe tratan de reflejar con este guion no solo los impedimentos que encuentra una persona transexual para expresar su libertad sexual y de género, sino como el fetichismo masculino y la sociedad patriarcal tratan de hacer sentir culpables a las mujeres transexuales, tachándolas de inmorales e incluso ejerciendo cierta violencia sobre ellas, ya sea física o psicológica, lo cual coarta directamente su liberación.
Así, podemos comprobar cómo, tal y como señala Julia Kristeva, “lo especular transforma la pulsión en deseo, la agresión en seducción”, pudiendo encontrar este hecho reflejado en Desayuno en Plutón mediante los diferentes conceptos de fetichismo, voyerismo, sadismo y transgresión sexual que componen el filme. Gatita, en todo momento va a representar mediante una especie de juego todas sus acciones y pensamientos a modo de lucha contra los códigos de género opresivos, lo cual podemos vincular estrechamente con lo dickensiano. Este juego que podemos considerar “especular” y lleno de fantasía nos va a mezclar lo real con lo imaginario, tratando de plasmar las dos narrativas contrapuestas -y a veces solapadas- con la finalidad de alterar los supuestos sobre la subjetividad de género a menudo representada mediante un montaje y una narrativa lógica. La imagen que trata de dar Gatita no hace más que construir un sentido del “yo” y su propia interioridad.
Las fantasías que Gatita crea en su vida le sirven para afrontar la ausencia de representación positiva de su condición sexual, siendo la única manera que le permite representar y expresar en imágenes su identidad de género como mujer. La agresión potencial de lo especular se plasma en los momentos en los que la imaginación de Gatita no se deja controlar por la fantasía, encontrando por tanto una doble vertiente en este concepto de la fantasía al servir tanto para la construcción de la subjetividad vinculada a la identidad sexual, como para los conceptos de nacionalismo y política irlandesa que también se plasman en el filme. Y es que la protagonista nunca rechaza las ideologías violentas si nos fijamos bien, sino que simplemente las involucra en sus propias fantasías -en su juego- teniendo como gran ejemplo la secuencia donde dos policías la interrogan debido a una sospecha de atentados terroristas y de pronto, el espectador se encuentra dentro de un ridículo y paródico acto de espionaje donde Gatita los asesina a todos. Así encontramos cómo las narrativas violentas no se oponen a la protagonista, sino que es capaz de transformarlas en un juego de seducción como indicaba Kristeva.
El lenguaje compuesto por imágenes, tiene un atractivo particular para la fantasía especular que hemos comentado donde, la narrativa interior es capaz de inscribir nuestros impulsos y deseos inconscientes para que estos sean plasmados dentro de nuestras representaciones psíquicas. El cine no es capaz de proyectar objetos de nuestra percepción sino de nuestra imaginación, siendo capaz de capturar esos impulsos y deseos en imágenes y permitir su plasmación. En este caso en concreto, el lenguaje audiovisual es plasmado mediante una imagen llena de colores vivos que van a tratar de acompañar esa fantasía o mundo onírico de Gatita aportando el punto optimista y vivo que se va a contraponer directamente con el drama de su vida diaria.
Por otro lado, en cuanto al sonido encontramos que la banda sonora utilizada cuenta con diferentes funciones físicas y psicológicas, además de narrativa entre las que se encuentran la creación de una atmósfera -función temporal-referencial- o la de revelar los pensamientos y emociones de Gatita -función prosopopéyica descriptiva-, la cual considero la más importante y representativa del filme. En Desayuno en Plutón la banda sonora no solo describe y representa, sino que apoya el mensaje narrativo del filme, encontrando que en ciertas secuencias pasa a un primer plano auditivo incluso y es partícipe de la propia historia de Patricia mediante la banda de glam rock -música diegética accidental-, actuando de modo pasivo y activo.
La vida de Gatita, a modo de diferentes capítulos con títulos que a veces parecen una parodia, aluden directamente a esa inocencia indomable de la protagonista por luchar por su propia identidad en un mundo hostil, inicuo y plagado de religiosidad. Es así como el clima se vehiculiza entre intimista a la par que violento con ciertos toques humorísticos, ya que el montaje dinámico, disyuntivo e irónico plagado de colores llamativos, variedad de ángulos y planos, va a reflejar en ciertas situaciones una especie de mise-en-scène. Bien cabe remarcar que los numerosos planos cortos utilizados -primer primerísimo plano y primer plano- van a reflejar este carácter intimista, tratando de hacer partícipe al propio espectador de las emociones y sentimientos de la protagonista, de su subconsciente.
De igual manera, acentuar que en el filme encontramos distintos tipos de género cinematográfico, siendo el drama y la comedia los que van a tratar de ir narrando la historia en esta doble naturaleza narrador/personaje mediante un ritmo muy diferente y personal donde el flujo narrativo va a estar plagado de cortes y enlaces continuos tanto dentro de secuencias como entre capítulos, alternando siempre en ellos el concepto de la violencia de la mano de la seducción. Asimismo, la pantalla o el velo va a formar parte de toda la narrativa de Gatita ya que va a ser a través de esto o del propio desvelamiento, donde pueda reflejar esa identidad perdida, tanto la suya propia como la de sus padres, ya que en la mayor parte de la película vamos a encontrar algún tipo de mediación o de traba que va a impedir que Gatita descubra la verdad, solo siendo al final del filme cuando se le desvela.
En último lugar, y refiriéndonos al final del filme nos encontramos desde nuestro punto de vista con algo ambiguo o engañoso: Gatita junto a su amiga Charlie pasean un carrito de bebé -al igual que en el inicio del filme-. Es como si la figura de la mala madre adoptiva o la biológica fantasma se hubiese cambiado directamente por otra figura femenina: la buena madre, pudiendo encontrar en este punto del filme cierta fusión de narrativas -real e imaginaria- donde el concepto de “madre” se puede tomar incluso como una especie de mito. Es así como Gatita va a encontrar su papel familiar y “estable” pero desde un punto revisionista, siendo la segunda madre del bebé de su amiga, la cual también lleva implícito en su persona el carácter interracial y su problemática. Así, cabe concluir señalando que este filme va a hacer que el espectador revise la forma en la que leemos el género y toda la problemática que encuentran las personas transexuales en su vida, temática muy necesaria e importante
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