Cuando en Córdoba se habla de cultura, deberíamos requerir más claridad. Esa mágica palabra, CULTURA, se le suman otras de extraordinario contenido como patrimonio, turismo o entretenimiento, convirtiendo todo ello en un amasijo de palabras donde es fácil confundir en esa maraña, ideas y dinero empleado, convirtiendo todo ello en una globalidad difícil de desentrañar.
La realidad cultural de Córdoba se hace compleja si la máxima es, por un lado, conservar el patrimonio, atraer al turismo y ofrecer una programación y promoción de la cultura local. Y todo ello, pasado por el tamiz de la rentabilidad económica.
De pequeño me decían que sorber y soplar a la vez no es posible, y ¡cuánta razón tenían!. La realidad es que, si atendemos al patrimonio, obras de conservación como la rehabilitación de Caballerizas, los conventos de Regina, Sta. Clara, Cercadilla, y tantos más, se hacen tan eternos como su fecha de construcción y ahí siguen, en un eterno día de la marmota. Son clave para la proyección de la imagen exterior de la ciudad como del disfrute del propio vecindario que damos vida a la ciudad, ¡que también tendremos derecho!.
Entretanto, cada plan estratégico municipal, incluido el último llamado “Agenda Córdoba” de 2023, señala como eje estratégico la “Ciudad de la Cultura y el Arte”, declarando no subordinar la cultura a la gallina de los huevos de oro del turismo, la necesidad de establecer un gran pacto social que, coordinando oferta patrimonial y cultural de todas las administraciones, sirva con el objetivo de alcanzar un óptimo desarrollo urbano para una renovación cultural que vuelva a ilusionar a la ciudad.
Dos años después de esa “Agenda Córdoba” y otros tantos interruptus más, el panorama no parece levantar el vuelo.
Cultura de exhibición de la gran ciudad que somos en la que el Ayuntamiento gasta ingentes cantidades de dinero público que acaban en manos de quien no contribuye al desarrollo del ecosistema cultural local. Los datos: en 2025 ya van gastados más de 2 millones de euros, ¡que se dice pronto!, entre la Noche Blanca, con 300.000 € (sin gastos asociados), el apoyo discrecional de otros 300.000 € a un festival de iniciativa privada que nace, por cierto, haciéndole competencia en fechas al propio municipal de la Guitarra que después de 43 años no termina de arrancar y para el que se destina la inversión magnífica de más 1,5 millones de euros en 2024, del año 25 no han trascendido los datos, dos festivales de piano compitiendo entre ellos, etc. La Junta, por su parte, en 2024 destinó para ese espacio casi lejano del C3A y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo la nada despreciable cantidad de 6,83 millones de euros.
En contraste, frente a esas más que considerables cantidades, otros programas como los de la promoción cultural en los barrios “Cultura en Red” con artistas locales, tienen que hacer cabriolas cuando desde los barrios se les demanda más programación; el de fomento de la industria cultural local al que acuden colectivos culturales, artistas, espacios, etc., que son los propios de la ciudad, no gasta el testimonial presupuesto de 100.000 €, repartiendo sólo 75.000 € cuando hay sobrada demanda real.
Estas son una muestra del panorama de la ciudad.
Estos son los datos.
Extraordinario contraste que dejaremos a la valoración personal de cada cual.
Sin duda, lo que no deja de sorprender es que frente a este dispendio siga existiendo músculo en la producción cultural propia cordobesa y continúen existiendo artistas y creadoras que de dentro y fuera de Córdoba, sigan viendo en nuestra ciudad el espacio para sus proyectos.
Esa es la Córdoba mágica.
0 comentarios