Para la Federación de Asociaciones Vecinales AL-ZAHARA la fiesta de las cruces, como ya ha pasado con las casetas de Feria, se está convirtiendo en un pretexto para conseguir pingües beneficios económicos por parte de algunas organizaciones supuestamente sin ánimo de lucro y de entidades empresariales encubiertas que compran las cruces, con la pasividad del Ayuntamiento.
La mayoría de las cruces instaladas en esta edición, como en ediciones anteriores, no respetan la tradición de esta fiesta, no tienen relación y complicidad con el vecindario ni con su entorno; solo buscan un buen emplazamiento para la instalación de sus barras con el beneplácito municipal. Pocos ejemplos quedan ya de cruces de barrio, predominando las cruces donde una entidad es la solicitante pero no es la que se encarga de su funcionamiento.
Muchas familias cordobesas han desistido de acudir a ciertas zonas de cruces, ya que la sensación de inseguridad, suciedad y embotellamiento llega a ser insoportable. Y la incapacidad municipal para asegurar el orden y la convivencia es una evidencia.
Para AL-ZAHARA la situación que viven las vecinas y vecinos de estas zonas es totalmente inadmisible, por lo que no parece justificación ampararnos exclusivamente en la dinámica económica que reporta esta fiesta, cuando llevamos a estos vecinos y vecinas al borde de la desesperación al ver como su vida normal se ve alterada gravemente sin que se le ofrezcan soluciones. Asimismo, se está proyectando una visión de nuestra ciudad a los visitantes nada agradable, a costa de nuestra juventud, nuestro patrimonio y nuestra ciudad.
AL-ZAHARA exige que para futuras ediciones de la fiesta de las Cruces, se genere un proceso participativo entre todas las partes implicadas y que pueda determinarse unas bases mínimas de calidad, que den respuesta a estas preguntas:
¿Deben tener las cruces interrelación con su entorno?
¿Se pueden agredir, tapar, utilizar bienes de interés cultural? ¿Deben respetarse las normas que protegen estos bienes? ¿Son aplicables las leyes que protegen el patrimonio?
¿Se debe ser más exigente con las organizaciones con el montaje de las cruces? ¿Habría que exigir unos mínimos mucho más exigentes para no caer en la falta de calidad que año tras año se está produciendo?
¿Habría que limitar la instalación de cruces en espacios saturados? ¿Habría que prohibir la instalación de cruces en espacios privados que se alquilan expresamente y que no se usan durante el resto del año?
¿Las sanciones graves a organizaciones deben suponer la clausura inmediata de la cruz?
¿Debería proponerse una tasa específica para limpieza a las organizaciones al igual que ocurre en la feria?
¿Debería exigirse que la entidad solicitante sea la única encargada de llevar a cabo el funcionamiento de la cruz?
En fin, estas son, entre otras, algunas de las preguntas que entre todos los actores intervinientes en la fiesta de las cruces deben responderse para hacer de esta fiesta lo que siempre ha sido, un lugar de encuentro y esparcimiento.
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