En las pasadas elecciones municipales del 28M estuve como apoderado de “Hacemos Córdoba” (la confluencia que en la ciudad aglutinó a [casi] todas las fuerzas de Izquierda) en un colegio electoral.
Como esos días se hacen pesadísimos especialmente durante las horas de la tarde (3 a 6) a las que nadie acude a votar, pasé un buen rato hablando con un apoderado del PP, persona afable y cercana.
Y no, no dedicamos ni un segundo del diálogo a la política partidista pues viendo las identificaciones que cada uno portábamos estaba todo dicho. Ninguno iba a convencer al otro por lo que era una tontería desperdiciar saliva y argumentos.
Dedicamos el rato de conversación nada sacra a hablar de “lo humano”, tal vez a rememorar sin pretenderlo a ese “ángel fieramente humano” que nuestro poeta Blas de Otero recorría para sacar a la luz el poder, el amor, la esperanza/desesperanza…
Durante el tiempo compartido me hilvanó un relato vital en el que salió a relucir su intensa religiosidad -al menos formal-, la preocupación por el menor de sus hijos (“de los tuyos” me espetó) que aún no terminaba de encauzar su vida por la precariedad de los trabajos y la angustia que le creó durante muchos años su situación de “divorciado” hasta que, por fin, pudo anular su primer matrimonio, cuando ya tenía tres hijos con su actual pareja, en el tribunal de la Rota y así poder cumplir la promesa que le hizo a su madre de arreglar su “vida en pecado”.
Ante la confianza por desnudar su interior, situación que a veces es más fácil hacer ante un desconocido que con el entorno cercano, le hice una pregunta: “Pero R., tú antes de que el tribunal eclesiástico te anulara el matrimonio, ¿eras feliz con tu pareja e hijos? “Sí, muchísimo, plenamente” .Tras su respuesta me permití esta reflexión.
“Mira R., a mí aún me sorprenden -aunque a estas alturas de la película ya no debiera- las contradicciones en las que os movéis. Mi madre lo resumía con un “niño esos hacen lo que los curas, haz lo que yo diga, pero no lo que yo hago”. Siempre me ha llamado poderosamente la atención el contraste entre los Derechos que defendemos nosotros y los Valores que vosotros defendéis. Si yo ejerzo uno de mis Derechos, R., a ti no te impongo nada, pero si tú legislas de acuerdo con tus Valores, me obligas a que yo también los siga aunque no quiera. Al final construís, como ha hecho el conservadurismo español a lo largo de la Historia, una Sociedad de pensamiento único totalmente acrítica ”.
“No comprendo bien Juan hacia donde quieres llegar”
En los renglones siguientes intento resumir el argumentario de la charla que siguió.
El 22 de junio de 1981 el entonces ministro de Justicia de la Unión de Centro Democrático, Francisco Fernández Ordoñez, impulsó la Ley del Divorcio. Desde entonces, casi 4 millones de compatriotas se han acogido al Derecho, todos de forma voluntaria, ninguno obligado. Quien considere que está unido antes Dios y su enlace matrimonial indisoluble puede mantener inalteradas sus creencias.
Pero claro, los que tenemos memoria nos acordamos de una moción presentada en todos los Ayuntamientos por la entonces Alianza Popular, germen del actual Partido Popular, en la que se decía que “La Ley del Divorcio atenta contra la libertad, prohíbe el matrimonio de por vida, atenta contra los sentimientos religiosos de la gran mayoría (sic) de la población…”
Uno de los principales muñidores de la oposición frontal al divorcio fue el entonces concejal del Ayuntamiento de Gijón y luego secretario general del Partido Popular Francisco Álvarez Cascos. La misma persona que a lo largo de su vida ha utilizado 3 veces la ley demoniaca para divorciarse. Sin comentarios.
Lo mismo cabría decir del derecho al aborto de la ley de 2010 que ensanchó los 3 supuestos (salud física o mental, malformación, violación) de la ley orgánica de 1985 evitando de camino el sobrecoste que para muchas “niñas bien” tenía el hacer un “shopping day “ por Londres para venir de regreso con bolsas de los Almacenes Harrods y sin el molesto feto. O a las mujeres de clase trabajadora arriesgar su vida por condiciones infames. Pero ninguna mujer ha sido obligada a abortar y puede seguir adelante con su embarazo como quiera.
O la del matrimonio entre personas del mismo sexo, ley de 2005 que convirtió a España en el tercer país del mundo en aprobarla. Igualmente que con las anteriores, nadie fue conducido al juzgado o ante el alcalde de turno con una pistola apuntándole a la cabeza. ¿Verdad Maroto, verdad alcaldes o concejales “marianos” de la provincia que podéis vivir vuestra relación amorosa sin el corazón encogido porque estéis cometiendo un delito?
Podíamos seguir ampliando el listado pero creo que el eje central de la idea ya está desarrollado: no es lo mismo plantear unos derechos en positivo, los que están ahí para cuando necesites utilizarlos si así lo deseas, a plantear una legislación en negativo y prohibicionista donde la cosmogonía totalizadora -impulsada por un fanatismo religioso que consideran “normal” pues llevan practicándola desde hace siglos- nos impediría a la gran mayoría de la población ejercer nuestros derechos.
Y encima cuando cuestionas desde el raciocinio la situación y los privilegios por muy seculares que sean, automáticamente se arrogan el papel de “perseguidos” representando el papel de víctimas y dejándonos a nosotros el de “odiadores”.
Algo sabemos del tema por esos comentarios que amparados en la cobardía del anonimato llegan una y otra vez al correo del Colectivo Prometeo supurando bilis y rencor. Lo más bonito o suave que nos desean es una fosa común en la cuneta. Del mismo tipo que las que, para nuestra desgracia y vergüenza, aún albergan a decenas de miles de republicanos.
¡Ya quisiéramos nosotros sufrir una “persecución religiosa” como la que en España sufre hoy la Iglesia Católica! Una institución a la que el Estado le entrega anualmente más de 12 mil millones de euros (superan los dos mil las exenciones fiscales del IBI o los gastos “para obra social y asistencial” o los 600 en mantenimiento de patrimonio artístico e inmobiliario aunque luego las visitas a monumentos restaurados con fondos públicos sean de pago) y a la que se le ha permitido el latrocinio de propiedades públicas o colectivas más importante de los dos últimos siglos a través de la Ley de Inmatriculaciones (según los propios datos gubernamentales, solo entre 1998 y 2015 cerca de 35 mil bienes inmuebles, de los cuales más de 30 mil se obtuvieron mediante nota simple de la certificación eclesiástica, es decir, la Iglesia decía que era la propietaria y… a otra cosa, mariposa).
Y así con todo: si pedimos la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y queremos darles dignidad a los restos estamos empeñados en reabrir heridas. Si ellos canonizan y elevan a categoría de mártires a partidarios del golpe de estado fusilados durante la Guerra Civil, estamos ante un “justo reconocimiento”.
Demostrando fehacientemente que no están contra la Memoria Histórica sino contra nuestra Memoria Histórica para que solo haya una versión de los hechos que permita el olvido y la impunidad absoluta.
Es esa la mirada que se está imponiendo. Cuando la Sanidad o la Educación no se conciben como un Derecho sino como un negocio, la perspectiva cambia totalmente.
Si ante crisis como la provocada por la pandemia de Covid19, en lugar de poner a disposición de los trabajadores los ERTEs (en el pico máximo de la crisis sanitaria, mayo de 2020, el número de beneficiarios de prestaciones contributivas acogidos a ERTEs asociados al COVID-19 alcanzó un máximo de 2.661.878 según el Ministerio de Trabajo) se hubiera recurrido al recurso del PP en otras crisis, o sea la “sálvese quien pueda”, donde campara a sus anchas la desprotección y la ley de la selva ¿ de qué Patria estaríamos hablando, agitadores de pulseras y banderitas?
Si en lugar de dignificar las Pensiones y subirlas volvemos a las asistenciales a años luz del incremento del IPC, donde la alternativa es la Caridad, eso sí con pobre a la puerta de la Iglesia, ¿qué España estamos dibujando?
Como se habla mucho más rápido de lo que se escribe, abreviado éste fue el intercambio de opiniones que tuve con R. antes de despedirnos con un abrazo tras felicitarle por los resultados -para mi difíciles de comprender pero que salieron de las urnas- de su partido.
Yo no culparía a los rivales políticos porque hagan bien su trabajo de captación, aunque vengan “dopados” por la complicidad de los medios de difusión. Yo me mosquearía antes con los míos pues no somos capaces de difundir nuestra visión alternativa.
No es sitio aquí para enumerar motivos del fracaso aunque entiendo que no tener un orden claro de prioridades o dar imagen de división ayuda.
Por ello, para que no sigamos la línea de retroceso de las libertades y en unos meses tengamos como paisaje político el de la España sin complejos que agita la tea mientras nos embadurna con la brea, ese país triste y casposo del Franquismo donde una minoría impone su visión con el silencio o la aquiescencia de la “mayoría silenciosa”, a ver si para el 23 de Julio salimos por una vez con la lección aprendida y la raya trazada.
Para, como en el juego de la soga, tener muy claro donde no podemos nunca llegar a retroceder si queremos seguir conservando o ampliando derechos colectivos, de esos que no cayeron del cielo como las imágenes de los Cristos “Achiropitas” (literalmente, “no realizadas manualmente”) bizantinos, sino por una lucha constante y dura, con mucha cárcel, sacrificio y muertos sobre la mesa hasta conseguirlos.
La marea ultra avanza, sería una tontería negarla. Pero la pelota también está en nuestro tejado. Como mínimo, no nos neguemos a jugar el encuentro y descender a Segunda División sin oponer la más mínima resistencia.
Marcelino Camacho o Julio nos interrogarían: “¿No habéis aprendido nada?
Pues eso
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