Los centros cívicos necesitan una manita tanto de fondo como de forma. Justo por la atención que los gobiernos municipales de distinto signo no le han dado.
Sirva de ejemplo, el de la Fuensanta: han tardado años, muchos años para hacerle un apaño en la techumbre con el arreglo de unas goteras que acabaron convertidas en canales de agua. Y ello, no habiéndose realizado la adaptación climática con la sustitución de ventanas que, una vez, llegó a contar con un presupuesto subvencionado que sorprendentemente, nunca se ejecutó.
Eso en la forma. Si tratamos el fondo, ¡que dios nos pille confesaos!.
Después de años de desamortización general del personal (del Departamento de Participación, del de Atención Ciudadana, del de Servicios Sociales, o el de conserjes, entre otros), provocado por no cubrir vacantes, ¿saben cuántas plazas ha habilitado el gobierno municipal para una red de 19 centros cívicos donde el personal de participación escasea como el fresquito en ola de calor? Dos plazas para técnicos de participación. ¡Nada menos!. No parecen muchas, ¿verdad?
Por cierto, prometo que esto que digo no son fake news, ¡palabra!.
En fin. Disculpen si el análisis no es ni extenso ni meticuloso. Para mayor abundamiento acudan a los miles de ruegos en todos los frentes habidos y por haber (en la prensa local, en las cartas e informes a las delegadas, delegados, alcaldes y alcaldesas que han pasado por Capitulares, en el pleno municipal y en el resto de órganos de participación).
¿Hastío, cansancio?, pues ¡podría ser!.
Cansancio, abatimiento y hasta golpes de calor, como el sufrido por una trabajadora del Centro de Atención Ciudadana de Fuensanta en plena ola de calor, con temperaturas por encima de los 40 grados, en unas instalaciones municipales donde la climatización dejó de funcionar día sí, día también.
¡Súmenlo todo y dígannos si esto no es pa morirse a chorros!
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