Salustiano Luque Lozano
A mediados del año 2013 EQUO hizo público un manifiesto con el título “Reiniciar la democracia para salir de la crisis” en el que defendíamos la urgente necesidad de iniciar un nuevo proceso constituyente para una profunda transformación del sistema político español. En aquellos momentos gran parte de la sociedad estaba fuertemente sensibilizada ante las graves consecuencias de la crisis económica, social, política y ecológica que atravesábamos y aún seguimos atravesando. Las gentes de a pie no necesitábamos grandes conocimientos de economía ni sesudos análisis políticos para darnos cuenta de que el sistema se estaba resquebrajando, aquí y en todos los países de nuestro entorno. A esa crisis general se añadía en España el absoluto descrédito del que se hicieron merecedores la monarquía y los partidos políticos que habían sustentado la transición, por su corrupción generalizada. La opinión pública estaba hastiada y las expresiones de rebeldía habían ido creciendo y organizándose desde el 15M de 2011.
Por eso EQUO proponía una hoja de ruta que pasaba por la dimisión del gobierno y la reforma del sistema electoral. El manifiesto concluía que “consideramos que este proceso es fundamental porque no podemos salir de la crisis económica sin afrontar decididamente la crisis política y ética en la que estamos, que es una crisis de confianza en Instituciones fundamentales del Estado y que requiere una respuesta audaz a la altura de la grave situación en la que estamos. Porque de la crisis se sale primero con transparencia y democracia directa para asegurar que no vuelva a suceder lo que ha sucedido. Pero al mismo tiempo es preciso iniciar una transición hacia un nuevo modelo productivo justo socialmente y en equilibrio con la naturaleza. Para ello trabajaremos cooperativamente con otras fuerzas políticas y sociales para crear una mayoría social que promueva las medidas necesarias. EQUO hace un llamamiento a la ciudadanía y las fuerzas políticas y sociales para crear esa MAYORÍA SOCIAL que nos permita salir de la crisis recuperando el control sobre nuestro futuro común”.
Y en esas estamos desde entonces. Concurrimos a las Elecciones Europeas del 2014 en una candidatura de diversas organizaciones políticas y colectivos denominada Primavera Europea. En las siguientes Elecciones Autonómicas, Locales y Generales hemos formado parte de candidaturas más amplias, en alianza con otras fuerzas políticas y con los sectores sociales que defienden una sociedad más igualitaria, democrática y sostenible. A quienes militamos en EQUO no nos ha importado dejar a un lado nuestras siglas si con ello contribuíamos a una opción política más inclusiva y con mayores apoyos. Nos sentimos a gusto desarrollando nuestra acción política en el seno de grupos parlamentarios y municipales donde trabajamos codo con codo con personas independientes y con militantes de otros partidos. Al igual que lo hacemos en las plataformas, coordinadoras y asambleas ciudadanas, absolutamente imprescindibles para vertebrar la sociedad y dar cauce a la participación y expresión de las necesidades, demandas y propuestas de la gente en todos los ámbitos de preocupación colectiva
Pero la “mayoría social” a la que aspiramos sigue estando más en el ámbito de nuestra esperanza que en el de la realidad. Las grietas del sistema no consiguieron por si solas su hundimiento. Quienes de verdad tienen el poder -porque tienen el dinero y controlan la información- hicieron los recambios cosméticos necesarios para tratar de que todo siguiera igual (un rey más jovencito, nuevas caras para perpetuar el bipartidismo, mucha tele, mucho fútbol, mucha iglesia). Tampoco las gentes supimos aprovechar suficientemente bien aquella “ventana de oportunidad” que por unos meses nos hizo albergar a millones de personas la esperanza de un cambio inminente. Pero seguimos luchando por él y tratando de transformar realidades concretas y cercanas, propiciando la cooperación política y social para ir tejiendo esa mayoría necesaria. Sabemos que no es suficiente con la sensibilización, la denuncia y la movilización social. Consideramos que es preciso entrar en las instituciones y ponerlas al servicio del bien común. Arracarlas de las servidumbres que solo benefician a las élites de poder. Hacerlas asequibles y amigables para las personas, abiertas y transparentes en su funcionamiento y su utilidad.
Para conseguirlo se necesita un mayor respaldo electoral. El suficiente para poder gobernar las instituciones y conseguir que las propuestas políticas transformadoras se hagan efectivas. Ya hemos enpezado a abrir algunas vías para que la voz de la gente sea escuchada. Ahora toca lograr que esa voz sea la que guíe y decida las políticas públicas que se han de aplicar en los pueblos y ciudades, en las administraciones autonómicas y en el gobierno central. Y a estas alturas sabemos de sobra que esa fuerza no se consigue solo formalizando una mera alianza de las formaciones políticas. Nos guste más o menos, no podemos dejar de reconocer que un alto porcentaje de la población no se siente identificada, y mucho menos representada, por los partidos políticos. Las respuestas electorales fluctúan rápidamente y obedecen a motivaciones múltiples, más emocionales que racionales. Es necesario ilusionar, seducir a mucha gente con una opción política que se identifique de forma clara, sencilla y nítida con valores y objetivos que compartimos ampliamente: política como servicio público y no privilegio privado; igualdad efectiva de trato y oportunidades para las mujeres y para todas las diversas condiciones de las personas; tolerancia cero frente a la corrupción; transparencia y participación en las cuentas y en las decisiones públicas; economía al servicio del bien común y no del beneficio individual; vida digna y libre para todas las personas; patrimonio natural y cultural como bienes comunes a cuidar y no mercancía de consumo. Y algunas otras varias cuestiones más. No demasiadas, para que no dificulten el acuerdo y el consenso sobre lo fundamental que nos une.
Una opción política amplia e inclusiva en la que quienes militamos en partidos y quienes no tienen ninguna afiliación podamos sentirnos con comodidad, sin renunciar a nuestra identidad ni a ninguno de nuestros principios pero compartiendo y disfrutando de todo lo que tenemos en común. Ahí estaría, desde mi punto de vista, el aspecto fundamental de la nueva alternativa política de unidad, confluencia o como nos guste llamarle, que queremos construir: tiene que ir mucho más allá de una mera suma o coalición táctica para sortear la penalización que las leyes electorales imponen a la fragmentación del voto. Hemos de reconocer, valorar y aprovechar la riqueza que proporciona la diversidad y la pluralidad. Ese sería, a mi juicio, el principal atractivo de nuestras candidaturas frente a otras, nuestro principal motivo de orgullo.
Y la condición imprescindible para ser coherentes y creíbles es aplicar en las prácticas cotidianas de nuestro funcionamiento y organización los principios y valores que aspiramos a implantar en el conjunto de la sociedad: igualdad y paridad, participación y democracia directa, rendición de cuentas, transparencia, cooperación y horizontalidad.
No es un camino fácil. Nos enseñaron muchas asignaturas en la escuela pero nadie nos enseñó democracia. Tendremos que ir aprendiéndola colectivamente. Pero, a mi juicio, es el único camino.
* Salustiano Luque Lozano. Médico, coportavoz provincial de EQUO Córdoba. Miembro de Ganemos Córdoba.
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