Foto: Reivindicación en el podium femenino de una prueba del circuito Mancomunidad de los Pedroches.
Bélen Donoso Pérez
Entiendo que la persona que empiece a leer esta carta se sienta sorprendida en primera instancia por el título elegido, pues bien, le pongo en situación. Últimamente a todas mis amigas les ha dado por casarse y encima por invitarme, y yo como buena analista del comportamiento humano, me detengo a observar cómo las personas invitadas a la boda, o hacen cola impacientes (plato en mano) frente al personal de servicio que corta el esperado jamón o muestran una cara de extremo placer cuando la bandeja con el citado alimento se acerca a su mesa.
El queso, sin embargo y sin desprestigiar en ningún momento el exquisito binomio que forma con una buena copa de vino tinto, no suele provocar la misma reacción ya que no es común ver a nadie atacando las bandejas en las que se encuentra. Algo parecido a esto debieron sentir las mujeres participantes en una de las pruebas del circuito MTB Mancomunidad de los Pedroches en el que la organización tuvo el detalle, no sé si consciente o no, de no otorgar premios por categorías a las féminas que participaron en la prueba, algo que sí hicieron en categoría masculina, concretamente hasta master 60…, otorgando solo premios a las tres primeras mujeres que llegaran en categoría absoluta, concretamente la organización las obsequió con un queso a cada una versus al jamón que dieron a los tres primeros participantes masculinos.
Este “pequeño” detalle que tiene lugar un domingo cualquiera en una competición deportiva de una localidad cordobesa es un fiel reflejo de los estereotipos de género imperantes en la sociedad actual. Vivimos en una cultura atemporal en el que el baño de la mayoría de los restaurantes el cambiador para los bebés y el baño para las personas con discapacidad se ubican en el espacio reservado para las mujeres, en vez de tener su espacio aparte; en una sociedad en el que las mujeres se ven sometidas a la tiranía de la belleza, por la que tienen que estar siempre estupendas a todas horas para agradar a todo el mundo; a controlar las salidas nocturnas, porque es común escuchar: “no deberías salir tanto con la edad que tienes…”, “deberías de estar pensando en otra cosa…”; a la presión por la maternidad a la edad que “toca”….Y yo me pregunto: “¿por qué tienen que a una determinada edad haber cumplido lo que se espera de ellas?: tener familia súper estructurada, hijos, ir al gimnasio a diario…¿y qué si han decidido priorizar otros aspectos de sus vidas?, ¿saben qué pasará?, que se darán la vuelta y escucharán susurrando a sus espaldas: “oh pobrecita, seguro que está traumatizada, seguro que en el fondo es una rarita…”.
Quizás lo son, ¿no? Quizás son el tipo de mujer a la que le mata salir a cenar con un hombre y pedir una copa de vino y una coca cola y que le pongan el refresco a ella, cuando la amante del vino es ella. A la que le repatea que al pedir la cuenta se la den a él cuando puede que la nómina de ella pueda ser superior a la de su compañero, o simplemente dan por hecho que es “lo correcto” que pague él, “por caballerosidad”, me encantaría que pronto se inventara “la señorosidad”… y mil detalles diarios más que me hacen plantearme si estamos trabajando correctamente para alcanzar la igualdad deseada, si el mundo está preparado para aceptar el cambio que estamos pidiendo a gritos, si quizás las barreras son más altas de lo que pensábamos…, porque una cosa está clara, sin mujeres libres, no hay sociedad que avance.
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