Nerva, está recibiendo estos días una parte de las 110.000 toneladas de residuos peligrosos que está previsto que lleguen desde Montenegro y que aumentarán el deterioro de la vida de una comarca que viene sufriendo secularmente las consecuencias más crudas del extractivismo minero, a las que hace décadas se añadieron los costes que se derivan de lo que viene a ser la otra cara del extractivismo: el papel de basurero del Estado y ahora también de la Unión Europea. Nerva es hoy un paradigma de los rasgos definitorios de la realidad socioeconómica de Andalucía, marcada de manera fundamental por su posición como área de extracción y de vertidos. Un papel que se ha venido reforzando en las últimas décadas con el apoyo y la complicidad del sistema político, del Estado y sus instituciones.
El vertedero de Nerva fue concebido, propiciado e impuesto hace más de 25 años por el PSOE, que entonces gobernaba en la Junta de Andalucía y en La Moncloa, con una importante colaboración de las dos grandes organizaciones sindicales, CCOO y UGT, localizándose a 700 metros del pueblo y a 500 metros del cauce del río Tinto, al que llegan lixiviados tóxicos, y a un kilómetro del embalse Jarrama, que abastece de agua a los municipios de la cuenca minera. Su origen está en los años 90 cuando en Huelva se programó, para los residuos del polo químico, un vertedero que fue adquirido y usado ilegalmente por la empresa pública de la Junta EGMASA, en el que se descubrieron residuos radioactivos contaminados con CESIO 137 que, fundidos por ACERINOX, procedían de un hospital de Londres. Con este motivo una sentencia del Supremo acabó declarando nulo el decreto de la Junta para la creación de EGMASA. Ante este obstáculo, la Junta miró hacia Gibraleón, que se levantó en contra de la instalación de un vertedero, que finalmente se terminó localizando, con la oposición de gran parte de su población, en el municipio de Nerva. Desde entonces se vienen denunciando por parte de los movimientos sociales que se oponen al vertedero incumplimientos en el volumen de residuos, en las condiciones y en la clase de vertidos, accidentes en el transporte y emisiones de humos, polvo y malos olores que ponen el peligro el medio ambiente y la salud de los habitantes de la cuenca minera. Hoy los residuos peligrosos siguen llegando a Nerva con el informe positivo del PP de la Junta y la autorización del gobierno de coalición liderado por el PSOE en Madrid.
El mismo partido, el PSOE, que inauguró en 1992 las actuales instalaciones del vertedero de residuos radiactivos de El Cabril en Hornachuelos (Córdoba) y que ahora desde el gobierno «progresista» de coalición propone su ampliación al doble de su capacidad actual ante el cierre y desmantelamiento de las centrales nucleares existentes dentro del Estado, sin que ninguna de ellas se localice en Andalucía. El mismo gobierno, PSOE, IU y Podemos, que como solución a los 120 millones de toneladas de residuos peligrosos depositados durante 40 años en 1200 ha a 500 metros de asentamientos urbanos de la ciudad de Huelva, considerado como el vertedero industrial más importante de Europa, ha aprobado la propuesta de la empresa responsable, Fertiberia, de enterrar y no retirar los residuos tóxicos; una propuesta rechazada por un comité de científicos en el que participan el CSIC y las Universidades de Granada, Cádiz y Huelva. La Junta de Andalucía participa en este despropósito facilitando la Autorización Ambiental Integrada, que se está tramitando en estos días con la oposición de la Plataforma No al Proyecto de Fertiberia liderada por Mesa de la Ría.
En Andalucía, en el conflicto abierto entre el capital y la vida, los gobiernos liderados por el PSOE o el PP en Madrid y/o en la Junta de Andalucía se sitúan sistemáticamente al servicio del proyecto del poder de las élites corporativas, que en el caso de la realidad andaluza significa ahondar en el extractivismo y en el papel de cloaca del Estado y la Unión Europea que venimos desempeñando, alimentándose desde el sistema político nuestra dependencia económica, nuestra subalternidad política y nuestra alienación cultural.
ANDALUCÍA VIVA se solidariza con los movimientos sociales que vienen oponiéndose al vertedero de residuos peligrosos de Nerva y se suma a sus reivindicaciones, en particular la que exige su cierre inmediato. Al mismo tiempo queremos subrayar que la transformación que hoy necesita Andalucía no puede venir de las instituciones económicas y políticas de la globalización ni del actual sistema de partidos. Tendrá que ser obra de la sociedad civil organizada, del propio pueblo; de ahí la importancia y la necesidad de fortalecer nuestra conciencia y nuestra capacidad de organizarnos colectivamente para crear las condiciones que nos permitan el tránsito de una economía para alimentar el lucro y la acumulación de capital a una nueva economía centrada en la sostenibilidad y el cuidado de la vida. Para poder hacer realidad este tránsito hacia otras formas de vida construidas desde abajo sobre valores y vínculos comunitarios es imprescindible contar con el control de los procesos de toma de decisiones, hoy cada vez más lejos de Andalucía; autogobierno y soberanía para decidir sobre los asuntos que nos incumben.
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