Ángel B. Gómez Puerto
Mirando a Córdoba desde el sur vemos la Mezquita y Sierra Morena…ambas con necesidad urgente de un cambio transcendental y paradigmático.
En una anterior reflexión exponía una serie de consideraciones en torno a la titularidad, gestión y valor simbólico de la Mezquita de Córdoba, elemento central del patrimonio monumental e histórico de Córdoba.
En una mirada desde el la parte sur de la ciudad, vemos al fondo la Mezquita el otro gran símbolo de esta tierra, la Sierra Morena. Otro gran valor que tenemos y también aquejado de graves problemas, históricos, de reconocimiento jurídico por parte de las administraciones y de gestión de sus posibilidades en términos de desarrollo local y de elemento central para toda una estrategia de educación medioambiental.
Como se ha puesto de manifiesto en los últimos años a través de una iniciativa ciudadana, la Sierra Morena de Córdoba es la única parte de la Sierra Morena que no está protegida por la figura jurídica de Parque Natural, cuyo contenido de protección establece la normativa andaluza de espacios naturales.
Desde abril de 2016 se han registrado varios miles de firmas pidiendo a la Presidenta de la Junta de Andalucía el inicio de los trámites para dicha declaración de parque natural, dado que los valores ambientales a proteger son similares al resto de ese corredor ecológico homogéneo que recorre el norte del Valle del Guadalquivir, desde el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche en la provincia de Huelva hasta el de Sierra de Andújar en la provincia de Jaén, pasando por los parques naturales cordobeses de Hornachuelos y Cardeña-Montoro.
Hace dos años, en septiembre de 2016, se aprobó ante dicha petición ciudadana, una resolución en el Parlamento de Andalucía para la puesta en marcha de una comisión al efecto. Un año después, en septiembre de 2017 quedó constituida, pero a fecha de hoy no ha tenido funcionamiento real. El asunto, de nuevo, está parado.
Y es incomprensible e injustificada esta dejación histórica con nuestra tierra, pues, la declaración del Parque Natural para nuestra sierra generaría indudables beneficios y oportunidades para un nuevo modelo de desarrollo económico (conexión patrimonio cultural-patrimonio natural de Córdoba), para la creación de empleo, educación medioambiental, promoción de los productos propios (artesanía, agricultura y ganadería) de la Sierra, mayores garantías de protección de la Sierra o una prevención mayor para evitar incendios. Y la gestión del espacio sería participada y democrática a través de la Junta Rectora del Parque Natural.
Es el momento de su protección jurídica al más alto nivel y de su puesta en valor como espacio para la educación en valores medioambientales y del bien común, para que quede completo de una vez ese valioso corredor ecológico, para que Córdoba no se quede atrás de nuevo, para que los contenidos de protección ambiental incluidos en el artículo 45 de la Constitución se hagan efectivos en nuestra Sierra.
Además, contribuiría a un cambio transcendental y paradigmático en el modelo de desarrollo local en Córdoba, mirando a la Sierra no sólo como un espacio de esparcimiento, sino como un elemento de cambio de modelo, para romper con una inercia histórica de falta de adecuada protección y gestión pública.
(*) Ángel B. Gómez Puerto es Profesor de la Universidad de Córdoba (Departamento de Derecho Público y Económico
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