Hace unos días un medio de comunicación andaluz enunciaba que “se comete una falta de respeto a la historia cuando ésta se manipula ideológicamente, sin considerar los datos científicos sobre la determinada época a la que se hace referencia”. Resulta pertinente relacionar tal afirmación con la instrucción dada el 24 de septiembre de 2019 por la Dirección General de Formación del Profesorado e Innovación Educativa para desarrollar el programa “1492: un nuevo mundo” en los centros docentes de la comunidad andaluza, con motivo del 12 de octubre. En el contenido del mismo se dice que “el descubrimiento americano supuso un hito para Europa, ya que marcó el encuentro entre dos mundos”.
Los libros de historia utilizan diferentes verbos a la hora de referirse al mismo tipo de acontecimiento histórico: conquistar, invadir, tomar, descubrir. La Península Ibérica fue invadida por los musulmanes y América descubierta por Cristóbal Colón. El verbo que expresa la acción en estos casos debería ser el mismo. O todo se descubre o todo se invade. Sin embargo, a la hora de hablar de América nos vanagloriamos diciendo que la descubrimos. A todas luces, nos hallamos ante una falta de rigor científico para nada ingenuo e inocuo. Con este programa el Gobierno andaluz cumple con Vox convocando a los centros educativos a celebrar el 12 de octubre, como se hacía en tiempos de la dictadura con el día de la raza.
Colón llegó por carambola a América. Creyó que había llegado a Asia y murió convencido que estaba en Japón. En aquellos tiempos la nobleza necesitaba condimentos para sus banquetes, y oro y plata para pagar a los comerciantes que se los traían. Colón no encontró pimienta pero sí indios con oro, lo que enloqueció a Europa de avaricia. Manipularon a los indios, que les decían que las tierras habían sido regaladas por el Papa a los reyes españoles, por eso debían obedecer y bautizarse. Les robaron, violaron, mataron y encima los culpabilizaron de vagos y maleantes. Fray Bartolomé de las Casas escribió en 1552: “entraban los españoles en los pueblos y no dejaban niños ni viejos ni mujeres embarazadas que no desbarrigaran y hacían pedazos. Hacían apuestas sobre quien de una cuchillada abría un indio (…) Hacían unas horcas largas y de trece en trece, en honor de Jesucristo y los doce apóstoles, los quemaban vivos (…)”. Miles y miles de indios murieron en los trabajos forzados en los lavaderos de oro. Fueron contagiados de viruela y sífilis por los invasores. A la llegada de los españoles, Haití contaba con una población de 500.000 indígenas. Veinte años más tarde, apenas quedaban 30.000 esclavizados. 50 años más tarde, ya no había un solo indio para contar lo ocurrido.
Los llamados “descubridores” fundieron todo el oro y lo embarcaron hacia España. De plata y oro hacían los altares de las iglesias, con el material y el sudor ajeno, que después de cinco siglos, en pleno siglo XXI, fueron inmatriculadas por la Jerarquía católica. La mayoría de la plata ni siquiera se quedaba en España, pasaba rápidamente del bolsillo del rey de España al bolsillo de los comerciantes y de los banqueros de los otros países europeos. De haber sido la potencia más rica del mundo, debido a tanto saqueo, acabó enriqueciendo a genoveses, alemanes, ingleses y franceses contribuyendo a nuestra ruina total, lo que nos condenó a prolongar la Edad Media.
Setenta millones de indígenas vivían en América cuando aparecieron los españoles y portugueses. A su llegada estaban en su esplendor el imperio inca, azteca y maya. Civilizaciones de grandes ciudades, avanzadas obras de ingeniería, agricultura y medicina, pirámides tan perfectas como las egipcias. Cuando terminaron con los brazos y manos de los americanos se fueron a África a por negros. ¿Es esta historia la que celebramos el 12 de octubre? ¿A esto le llamamos encuentro?
El literato Eduardo Galeano, a propósito de su reflexión sobre el denominado «Descubrimiento de América», escribió: “El 12 de octubre de 1492, el capitalismo descubrió América. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el Almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor”. El jesuita Ignacio Ellacuría, acribillado a balazos por el ejército de El Salvador, dijo: “Es el oprimido el que descubre al opresor”. Ojalá la comunidad educativa no permita la manipulación de la historia.
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