El miércoles 16 de septiembre comienza la semana europea de la movilidad, que Ecologistas en Acción aprovechará para lanzar la recta final de su campaña ‘Confinemos los coches’. Se trata de una propuesta creada durante las semanas de confinamiento y que propone ceder el espacio urbano a las personas frente a los coches. La fórmula de la organización ecologista es pies + pedales + transporte público + Zonas de Bajas Emisiones y, a ser posible, zonas de cero emisiones, de modo que los pocos coches que circulen sean coches poco contaminantes o, aún mejor, cero emisiones.
Esta propuesta de restringir la entrada de coches a las ciudades y un reparto del espacio público más favorable para viandantes, ciclistas y transporte público está respaldada por más de un 80 % de la población española, según una encuesta realizada por YouGov. También más de 40 organizaciones de la sociedad civil han reclamado en los últimos meses este tipo de cambios para las ciudades.
Sin embargo, los deseos de la ciudadanía chocan contra una realidad muy preocupante. Más allá de los titulares, son contados los ayuntamientos que han facilitado que la explosión ciclista producida al finalizar el confinamiento se pudiera materializar en un aumento de la movilidad ciclista.
Pero el problema más grave reside en este momento en el transporte público. Lejos de mejorar, la situación del transporte colectivo está empeorando de forma peligrosa. A pesar de que no se han encontrado brotes de contagios de COVID–19 relacionados con metros, buses, trenes o tranvías, estos medios se consideran lugares poco seguros. Los mensajes sin fundamento científico lanzados por autoridades y medios de comunicación indicando al transporte público como un medio poco seguro han hecho estragos. A esto se une el hecho de que solo en honrosas excepciones se han puesto medios para que las frecuencias del transporte colectivo eviten aglomeraciones. La suma de todo ha resultado en una disminución generalizada de personas que utilizan el transporte público y un repunte del uso del coche. Si la tendencia continúa, es muy probable que veamos atascos mucho más intensos y un aumento generalizado de la contaminación, con terribles consecuencias para la calidad de la vida y la salud pública.
Es también alarmante la situación del tren. A día de hoy, Renfe no ha vuelto a poner en marcha todos sus servicios. Ni siquiera las líneas con obligación de servicio público han recuperado su frecuencia, lo que hace que caiga más aún el número de personas que utilizan los trenes y que una larga lista de ciudades y pueblos hayan visto aún más mermadas sus conexiones. Una política que va en dirección contraria a la transición ecológica.
Ecologistas en Acción exige a todas las administraciones que tomen medidas en el ámbito de sus competencias para revertir esta situación y lograr ciudades con aire saludable y sin emisiones.
Centrándonos en Córdoba, Ecologistas en Acción destaca el abandono por la Consejería del Plan Andaluz de la Bicicleta (PAB) por el cual la Consejería de Fomento tendría que construir casi 30 km más de carril bici en la ciudad de Córdoba, a los que se comprometió en convenio firmado con el Ayuntamiento de Córdoba. El PAB tendría que haberse ejecutado totalmente en Córdoba a finales del 2020. Ecologistas en Acción también recuerda que sigue sin crearse la Oficina Municipal de la Bicicleta prometida en diferentes legislaturas.
El modelo de ciclocalles desarrollado en la ciudad por el Ayuntamiento tras el confinamiento no funciona. Los coches circulan a la velocidad habitual sobrepasando los 50 km/h en casi todas las ocasiones y eso que tendrían que ir a 30 km/h. Las marcas horizontales en calzada de zona de calmado de tráfico se han borrado totalmente. Son vías que no ofrecen ninguna confianza y ni seguridad para los usuarios para los que fueron diseñadas, por lo que se continúa usando la acera para circular en trayectos donde no existe carril bici con el consabido perjuicio de peatones.
Además, el Ayuntamiento sigue sin aprobar el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) que se redactó en tiempos del alcalde Nieto y fue encargado a la prestigiosa Oficina de Salvador Rueda, la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Este documento de coste desconocido lleva unos 7 años durmiendo en un cajón y ni siquiera está en la Web de Movilidad. También tras un año de gobierno de Bellido la nueva ordenanza de tráfico que la empresa encargada entregó al consistorio en enero del 2019 sigue paralizada.
Parece que la única preocupación del Consistorio es promover que se use aún más el coche abrazando proyectos faraónicos como la Ronda Norte.
0 comentarios