El Alcalde de Sevilla pretende cerrar la Plaza de España para que una parte de sus visitantes, de ciudadanos, en función a su lugar de nacimiento paguen dinero por pasear en ella. Inmediatamente se me ha venido una oportunidad de negocio que corre el peligro y que fácilmente se extienda para que los ayuntamientos y otras instituciones ganen más dinero a costa de la gente corriente que ya de por sí realiza un gran esfuerzo cuando decide visitar algunas de nuestras ciudades. No sería descabellado ver un día el precioso Mirador de San Nicolás de Granada, o el Puente Romano de Córdoba seguir los pasos de la Plaza de España de Sevilla por poner un ejemplo.
Desde hace muchos años me sorprende, y mucho, cómo algunas de las calles principales de ciudades donde he vivido se cierran para los pasos de procesiones de modo que sólo puedan ser vistas por aquellos que pagan un sitio o alquilan una silla,. Lo que se asume con normalidad por parte de confesiones privadas se vuelve polémico ( y con razón) cuando hay una propuesta similar por parte de una autoridad pública. No sé cuantas iniciativas municipales se han llevado a los ayuntamientos para hacer que dichas carreras procesionales no estén vetadas por el dinero.
El disfrute y la contemplación de los espacios públicos no debe estar condicionado por el dinero y menos establecer un criterio discriminatorio, punitivo si has nacido en otro sitio. Porque la Plaza de España de Sevilla no le pertenece a un vecino de Triana que no pagaría por verla con la nueva propuesta que está estudiando, ni tampoco el Puente Romano pertenece a un vecino de El Tablero . Es patrimonio común, porque se mantienen con el dinero de todos y todas. Para empezar con los impuestos que pagan los habitantes de la ciudad en cuestión, sí, muchos de ellos provenientes de los las decenas de miles de turistas que nos visitan; y continuando con las partidas que desde los presupuestos generales de Estado se transfieren a as CCAA y Ayuntamientos . Y a todo ello sumemos los ingresos vía tasas, impuestos, IVA etc.., que un turista medio se deja un fin de semana en una ciudad: Desde que deja el coche en un parking, consume en restaurantes, se toma un café, se aloja, o paga por acceder a un museo determinado.
Otra cosa es que el Ayuntamiento de turno tenga pocos recursos o que su gestión sea tan calamitosa que no sepa mantenerlos. Ahí a lo mejor sí tiene responsabilidad ese vecino de Triana o el del Tablero en la elección de sus representantes locales, y no aquella familia de Albacete que decide venir a nuestra ciudad un puente dónde por cierto, como en el resto del país los precios han subido de manera muy exagerada porque decían que de la pandemia íbamos a salir mejores… que es la forma más sutil de decir “más ricos” para algunos.
Por oro lado se plantea la alternativa de una “tasa” turística, un gravamen injusto, insolidario y que además penaliza a quien decide alojarse en establecimientos legales en lugar de esos pisos piratas turísticos a los que nadie quiere hacerles frente.
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