Mi buen amigo Teodoro me suele tener informado de noticias económicas y sociales . Teo es sociólogo, estudiamos juntos en la Universidad, es especialista en economía social.
De familia humilde y trabajadora, de los de abajo, con una enorme conciencia social y humana, me mantiene a día en esa red social ahora llamada X. El otro día estuvimos comentando con inquietud una noticia : Una gran multinacional árabe se va a hacer con una de las empresas españolas importantes del aceite .
Son hechos que pasan desapercibidos que no crean alarma porque quizá hemos asumido como natural el orden económico de las cosas . Pero el gran capital que se aglutina en torno a grandes fondos bursátiles y de inversión está haciéndose poco a poco con los sectores productivos de nuestro territorio, con nuestra riqueza . Es como si en el cuerpo humano sus arterias las desvías a otro corazón que no es el suyo. Hoy ha sido el aceite , pero también están siendo las viviendas, la sanidad , las tecnologías, las infraestructuras etc. (Cinco Dias 23/01/2023), la educación, los clubs de fútbol, las pensiones …
Es el nuevo colonialismo. Ahora somos nosotros los colonizados por una “metrópolis” que no somos capaces de ubicar geográficamente, produciremos para ellos gastaremos en sus productos y sus beneficios se dispersarán en cuentas con escaso compromiso tributario.
Los grandes fondos, el gran capital, se va a adueñar de todo sector productivo rentable, acude a ellos cundo está en crisis para ofrecerles certidumbre a cambio de su gestión y también de su propiedad.
Mientras esto ocurre y para no ser conscientes de la importancia de las estructuras de las cosas, seguimos liados con las luchas y disputas horizontales perdiéndonos y abandonando la perspectiva vertical del origen de la injusticia.
Porque hayas nacido en Córdoba, Tomelloso o Tarragona, seas heterosexual o gay , el litro de aceite lo pagaremos, lo pagarás, por las nubes y su precio te lo pondrán desde un despacho a miles de kilómetros; pudiendo caer en la paradoja de que esté más caro aquí en tierra de olivos y más barato en la otra parte del mundo. Y podrá ser así, es así, por una decisión de un interés estratégico particular y comercial que no tiene que ver con las leyes del mercado de la oferta y la demanda. Es lo que viene.
Que el productor necesite certidumbre,y el comercializador seguridad es legítimo. Pero nosotros hemos renunciado a dejar de ser ciudadanos en su sentido clásico, en sujetos políticos que deben establecer un orden justo e igualitario desde nuestras obligaciones y ejerciendo nuestros derechos . A cambio nos hemos convertido en un consumidor, en el que buscamos la distinción en «lo light», «lo eco», y «lo bio».
¿Y a nosotros quien nos protege? Quizá sea el momento de repensarlo, ir mas allá de la conciencia consumista y pasiva. Protegernos, reivindicar que la riqueza nacional “en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general “ . Y eso sólo lo puede hacer el bien común a través de sus instituciones democráticas, el Estado, dotándoles de más instrumentos; se llama soberanía política y soberanía económica. Y de entre ellas tener presente que del mismo modo que existen y deben existir políticas para proteger a sectores vulnerables, también deben haber medidas de intervención y de protección económica ( proteccionismo económico) para nuestros sectores, productores y consumidores y personas de modo que podamos acceder a los diferentes recursos que nos aseguren una forma de vida digna.
Alfonso Bejarano. Sociólogo y docente.
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