Permítanme el atrevimiento de escribir estas líneas como una ciudadana más que observa el día a día de su ciudad, Córdoba.
No soy licenciada ni doctora ni catedrática en ninguna materia, tan solo lo soy en la vida. Soy una ciudadana más que se levanta cada mañana pensando que tengo un nuevo regalo que por algo lo llaman presente. Vamos al lío del motivo por el que me lanzo a escribir y compartirlo con ustedes.
Esta semana pasada se han publicado los nuevos datos del paro y cuál ha sido mi tristeza que Córdoba es la ciudad andaluza con más paro. Mi ciudad se desintegra y tan solo hay que mirar a los ojos de sus habitantes. Me gusta observar a las personas por la calle, en la cola de la frutería y escuchar de cerca lo que cuentan. Las palabras más sonadas son, “a esto no hay derecho”, “nos espera una crisis horrible”, “no me dan cita para el médico”… En definitiva palabras que conducen al miedo y no olvidemos que éste paraliza al ser humano. Echo de menos esa chispa de esperanza, esa ilusión, pero lo que más echo en falta es la sonrisa de mi gente.
No existe varita mágica que haga un mundo perfecto, eso es cierto, pero creo que no debe ser demasiado difícil buscar el bien común sin fastidiar al de al lado.
Se aproximan unas nuevas elecciones generales que no sabemos muy bien que nos depararan. Unas encuestas dicen una cosa, otras otra y cada uno barre para su casa. Señores y señoras a ver si se enteran de una vez que no se trata de siglas, que no se trata de sillones, que se trata de la gente, de las cosas de comer, de la dignidad del ser humano.
Solo un detalle legal a este respecto, les pido a ustedes una vueltecita por el Título I de la constitución. Así podrán tener todos los datos necesarios para su análisis.
Soy una ciudadana más que siente indignación. Que ve como mujeres y hombres que llevan toda su vida trabajando se quedan en paro y se llegan a sentir invisibles, inservibles ante esta sociedad que les consume. Ver pequeños y pequeñas empresarias que al levantar su persiana o cuando salen a la calle les sale un suspiro.
Me niego a pensar que esto es lo que me queda por ver el resto de mi vida, quiero ver sonrisas, quiero sentir alegría, necesito que todo cambie. Por eso el próximo 10N saldré a votar, saldré a poner mi granito de arena. Porque esto no se trata de mí, se trata de la gran mayoría y como una ciudadana más mi compromiso seguirá en la calle cada día.
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