Una vez más, el personal que trabaja en el Consorcio «Orquesta de Córdoba», ha tenido que salir a la opinión pública a denunciar las condiciones en las que desarrolla su labor.
Dicho Consorcio está conformado, a partes iguales, por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Córdoba, que tienen que ser el soporte económico e institucional para que, una «orquesta modesta«, como reconoce el propio Comité de Empresa, pueda funcionar con un mínimo de calidad y de respeto a las condiciones de trabajo de las personas que la conforman.
A pesar de esa modestia, no es menos cierto que la inmensa mayoría de los directores que han pasado por ella, quedan admirados de la calidad artística y humana de sus músicos y su personal técnico. Sin embargo, la presidenta del Comité de Empresa, en la nota enviada a los medios, lamenta que «a la hora de ofrecer una titularidad se sopesan las condiciones económicas, logísticas, y se encuentran con que aquí, en Córdoba, una ciudad que pretende convertirse en
ciudad cultural, no pueden realizar su proyecto artístico, y por tanto, terminan
desistiendo. Y no sólo se esfuman directores y solistas, también los gerentes, que
encuentran en otros trabajos mejores condiciones«, en clara alusión a la reciente renuncia del actual gerente, Daniel Broncano, quien, el mismo día que anunciaba su marcha de nuestra ciudad, hacía lo propio como nuevo director técnico de la Orquesta Sinfónica de Tenerife.
El Comité de Empresa lamenta en su nota de prensa que «la ciudadanía cordobesa nunca ha tenido la oportunidad de escuchar a su orquesta como sonaría de verdad, con una acústica decente, porque en Córdoba no existe ningún espacio adecuado para la música clásica. Tampoco pueden venir a la orquesta solistas de primera fila, como sí ocurre en otras orquestas andaluzas u otros eventos musicales cordobeses, porque no hay fondos para sostener esos cachés«.
La realidad es que la Orquesta de Córdoba sigue, después de 30 años, sin sede propia, lo que significa estar supeditada siempre a las necesidades del IMAE, sin espacio para el estudio, actividades, almacenaje…con las oficinas en unas dependencias cedidas por la Universidad de Córdoba, que sus trabajadoras y trabajadores denuncian como insuficientes.
Además, el Comité de Empresa remarca la falta de recursos económicos, agravados por la jubilación de tres funcionarios que aportaba el Ayuntamiento, y cuyos sueldos a las personas que los han suplido, ahora corren a cuenta del presupuesto del Consorcio. O de vestuario, con el que denuncian llevar ya casi 10 años sin renovar, recibiendo año tras año negativas sobre el asunto «por falta de recursos«.
Laura Llorca, que además de presidenta del Comité de Empresa desempeña su labor como flauta travesera de la Orquesta, lamenta además el hecho de tener que abordar obras de envergadura con una plantilla muy pequeña. «Tenemos 14 plazas vacantes en un colectivo de 59 trabajadores, lo cual significa cerca de un cuarto del personal. Con esto, desde la oficina y desde la orquesta se hace casi magia para que salgan las cosas adelante, y a costa siempre del desgaste y la salud del personal. Por no decir los precarios contratos que se ofrece a los refuerzos y sustituciones«, lamenta Llorca.
Por si todo esto fuera poco, los y las trabajadoras del consorcio denuncian que las administraciones que lo componen, Junta de Andalucía y Ayuntamiento, ni siquiera aportan la cantidad necesaria para pagar las nóminas, por lo que tienen que usar el dinero recaudado con la venta de entradas y con contrataciones adicionales que consiguen para poder cubrir el pago de sus salarios. «Afortunadamente han aumentado los abonos, pero con las contrataciones entran pocas cantidades y requieren demasiadas veces actuar con temperaturas y condiciones extremas que ponen en peligro los instrumentos, la salud de los músicos y la calidad artística«, lamenta Llorca.
En los últimos años, las aportaciones de la Junta de Andalucía han sido consistentemente inferiores a las del Ayuntamiento de Córdoba, a pesar de que las dos administraciones que conforman el consorcio, deberían hacerlo al 50% según sus estatutos. Según informa el Comité de Empresa, la administración autonómica acumula ya, a día de hoy, una deuda con la orquesta de casi millón y medio de euros. «Es flagrante el descuido de Córdoba desde la Junta. Para que una ciudad sea cultural, no puede faltar la música clásica. Si no se reacciona, la Orquesta de Córdoba puede morir por inanición«, denuncia el Comité de Empresa, que remarca que ha querido que «la ciudadanía cordobesa lo sepa. Así, cuando vayan a escuchar a su orquesta y vean que son pocos músicos, que el repertorio es muy limitado, que cada vez es más frecuente la presencia de estudiantes… comprendan que su orquesta está muy mal alimentada. Sin la música clásica, el nivel cultural de Córdoba estará siempre muy limitado«.
Las instituciones, que quisieron hacer de la ciudad Capital Cultural de Europa en 2016, tras los gastos suntuosos y poco (o nada) enfocados al arraigo de la cultura desde la base de la ciudadanía, que es lo que aporta «títulos reales» de culturalidad, vuelve la cara, una vez más, a algo que, sin embargo, está profundamente arraigado en sus gentes, como se demuestra continuamente en las expresiones espontáneas y populares de multitud de artistas (dedicadas a la música, a la literatura, al arte, al cine, etc.) que, eso sí, por la falta de apoyo y reconocimiento institucional, no pueden en muchos casos seguir sus carreras o llevarlas en las mejores condiciones para su evolución y el disfrute intelectual de la sociedad cordobesa. ¿Quizá convenga que sea así? Tiene toda la pinta.
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