Hace unos días, antes de la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, escribía un artículo con el título del comienzo del himno de Francia, “Allons enfants de la patrie” (vamos hijos de la patria) en alusión al llamamiento a la movilización para frenar el peligro de la ultraderecha. Parece que el llamamiento ha sido seguido por una mayoría de la ciudadanía que, en contra de todos los sondeos, ha dado el triunfo al Nuevo frente Popular de la izquierda, relegando a la tercera posición al RN, sobrepasado por el bloque del actual gobierno. Ensemble, el bloque macronista ha obtenido mucho mejor resultado del esperado, por el voto comprometido de muchos votantes de izquierdas por evitar la victoria de la ultraderecha. Ganó, en palabras de Melenchón, la patria republicana, inclusiva, la de “liberté, égalité, fraternité”. En los mítines de la noche electoral los lideres de la izquierda ganadora coinciden en que el gobierno tiene que formarlo este bloque y tiene que nombrar al primer ministro. Pero ya antes de celebrarse la votación el día 7, y mucho más en días posteriores desde Macron hasta el actual primer ministro Attal y otras personalidades políticas del centro-derecha repiten que hay que buscar una mayoría “republicana”. Como si no hubiera pasado nada. Como si la gente se hubiera equivocado al votar y se debiera rectificar los resultados de la elección popular. Es decir, que no se lleve a cabo el programa que ha votado la gente y no formen parte del gobierno los diputados y diputadas del partido que más votos ha recibido.
En el fondo, o a las claras, se trata de hacer un cordón sanitario a La Francia Insumisa, al partido que ha conseguido la unidad no sólo del partido socialista, el comunista o el ecologista, junto a otros menores, sino también de sindicatos, colectivos sociales, jóvenes y barrios populares. Aunque sea el que tiene más militancia, más votos o más diputados. O precisamente por ello.
Ante esta situación se requiere una respuesta responsable de la Asamblea Nacional y de la calle. Dominique Villepin, una de las mayores figuras de la derecha francesa, recuerda al presidente Macron los fundamentos de la República: “se elige la fuerza que ocupa el primer lugar en el escrutinio. Es así. El Frente Popular es el encargado de formar gobierno”. Como dice Melenchón, se forma el gobierno y se presentan las propuestas legislativas incluidas en el programa y cada diputado o diputada deberá apoyarlas o no. este es el procedimiento democrático y lógico. Esperemos que se entienda así finalmente por sus señorías.
La respuesta de la calle es mucho más clara y fuerte. Los sindicatos y otros colectivos sociales han convocado una manifestación ante la asamblea el 18 de Julio para exigir la aplicación de las medidas sociales y laborales que han votado y están en el programa del Frente Popular. Es una muestra evidente de que el Frente Popular es mucho más que el acuerdo de unas cúpulas de partidos, como decía Manuel Bompard , líder de la Francia Insumisa, es el pueblo movilizado, la Nueva Francia humanista y antirracista. El pueblo como comunidad, que no es ni un color, ni una religión ni una lengua, que ha seguido las palabras del gran socialista Jean Jaurès: “uniros sobre las necesidades humanas, la Nación nacerá del pueblo”. De hecho, en el proyecto de la Francia Insumisa está el objetivo de llevar a cabo una Asamblea Constituyente que inaugure con la VI República, esa “nueva Francia”.
Mientras tanto, se trata de aplicar las 150 medidas propuestas, presupuestadas y apoyadas por los votos. Cosas sencillas del comer: subida del salario mínimo, derogación del decreto de ampliación de la edad de jubilación hasta dejarla en los 60, impuestos a las grandes fortunas, fiscalidad progresiva, gratuidad de la educación pública, incluidos comedores, tope de precios al consumo… ¿Quién se atreverá a votar contra esto en la Asamblea? Sobre todo, si en la calle están presionando el pueblo de los jóvenes, trabajadores, los barrios, etc…
Este es el desafío. Esto es lo que pretende abortar el “macronismo” y otros cómplices de la situación de crisis que está haciendo levantarse a la ciudadanía y que ha decidido su voto. Este es el “peligro” que intentan evitar los poderes fácticos y que repiten en los medios franceses y, también en los españoles, incluyendo la reportera en Paris de la televisión pública española. La ciudadanía francesa sigue estando llamada a defenderse, a marchar sin descanso, como dice el himno. Llamamiento que hacía Bompard la misma noche de las elecciones: “Engagez-vous, la bataille continue, on lâche rien” (comprometeos, la batalla continua, no abandonamos nada).
Esperemos que el pueblo francés siga dándonos ejemplo de compromiso político y haga prevalecer la democracia y los derechos sociales.
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