Entre el año 1989 y 2000 se produjeron 111 conflictos armados en 74 lugares del mundo. En el año 2000 seguían activos 33 y la media es de 30 al año. En general se trata de guerras civiles que se definen por el enfrentamiento armado entre dos o más actores, uno de ellos el Estado, que se enfrentan por el poder político o el territorio y donde se producen al menos 1.000 muertes violentas al año Se estima que más de cinco millones de personas murieron en este tipo de conflicto durante los años noventa, casi seis millones huyeron a otros países, y entre once y quince millones se convirtieron en desplazados internos, mientras gobiernos corruptos, señores de la guerra y empresarios sin escrúpulos obtenían beneficios de miles de millones de dólares
Mientras los titulares de los medios de comunicación internacionales cubren la guerra de Siria, Afganistán, Turquía, Nigeria…, decenas de conflictos en otras partes del mundo se cobraban la vida de cientos de miles de personas. Este “sufrimiento sin titulares”, en palabras de Amnistía Internacional, lejos de la mirada del mundo y, muchas veces, del escrutinio de los organismos internacionales es el pan de cada día para muchas personas, una realidad siempre cruel y casi siempre sin una solución fácil. Las “guerras olvidadas” afectan a todos los continentes y, generalmente saltan a las primeras páginas sólo cuando la violencia de cada día en esos países se convierte en genocidio. La población que vive en zonas de conflicto permanente sufre por la violencia y además por una situación de pobreza endémica en algunos casos.
El balance de víctimas del año 2016, estimado por la Escuela de Cultura de la Paz, es abrumador, especialmente en Siria (50.000-60.000 muertes), Irak (más de 16.000 civiles perdieron la vida) y Afganistán (más de 9.000 muertes, incluidas casi 3.500 de civiles y más de 5.000 en las fuerzas de seguridad) durante ese año se registraron 33 conflictos armados, 13 de ellos en África, 10 en Asia, 6 en Oriente Medio, 3 en Europa y 1 en América.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos completa ese trágico escenario al señalar que el 90% de las víctimas mortales se producen en 10 países con conflictos de elevada intensidad. Entre ellos incluye a México (23.000 muertes en 2016), que vive una situación de grave violencia relacionada con el narcotráfico, pero no un conflicto armado propia-mente dicho, que por definición implica la persecución de “objetivos diferenciables de los de la delincuencia común”, como demandas identitarias y de autodeterminación, oposición al sistema político y socioeconómico del Estado, control de recursos o territorio, etcétera.
Siria encabeza además, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la lista de países emisores de población refugiada, con 5,5 millones de personas que han cruzado la frontera para escapar del conflicto armado; le siguen Afganistán (2,5 millones), Sudán del Sur (1,4 millones), Somalia (1 millón), Sudán (650.000), República Democrática del Congo (537.000), República Centro Africana (491.000), Myanmar (490.000), Eritrea (459.000) y Burundi (408.000).
El último informe de ACNUR elevó hasta 65,6 millones las personas desplazadas, de las que 40,3 millones lo son dentro del propio país, 22,5 millones son refugiadas en otros Estados y 2,8 millones solicitantes de asilo. En cuanto a los desplazamientos internos, Colombia registra la mayor cifra (7,4 millones), seguida de Siria (6,3 millones) e Irak (3,6 millones).
Otras graves consecuencias de los conflictos armados son la violencia sexual, los ataques contra infraestructuras sanitarias y personal médico y el terrible impacto sobre la población menor de edad de prácticas como el secuestro y el reclutamiento forzado.
El contexto internacional está marcado por diversas tendencias que promueven los enfrentamientos sociales. Aunque la renta mundial ha registrado un crecimiento notable en las últimas décadas, la globalización ha promovido un visible empeoramiento en la distribución de la riqueza, y la pobreza sigue afectando a la mitad de la humanidad. Esta tendencia está directamente vinculada a la inestabilidad política a la crisis del Estado, a las tensiones étnico-culturales, a las presiones migratorias y a la vulnerabilidad a los desastres, constituyendo una de las más importantes fuentes de conflictos y de violencia a gran escala en el futuro inmediato.
Original: “En pocas palabras. Un paseo por el mundo”. 15M Ronda Junio 2019 nº 23.
Fuente: Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz en Andalucía (ASPA)
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