Terminó el estado de alarma, que prohibía desalojos y lanzamientos, y la vida vuelve a la normalidad, al orden natural de las cosas, en donde los macro consorcios inmobiliarios y financieros son protegidos legal y judicialmente de los ataques de personas, como Sever Orazali, que perturban y ponen en peligro la propiedad/posesión de los bienes de sociedades anónimas, como Reyal Urbis, pongamos por caso.
Sever Orazali nació y se crio en la ciudad rumana de Constanza, a orillas de Mar Negro. Allí vive una población de origen tártaro, procedente de la isla de Crimea, donde el imperio otomano comenzó su decadencia, allá por el siglo XVII.
Antes de llegar a España Sever trabajó como camionero, mecánico y vigilante jurado. De entre todos azares de su vida rumana, Sever se siente hoy especialmente orgulloso de haber participado como guarda espalda en la gira que el cantante británico Chris Norman hizo por Rumanía, allá por el año 2000. Lo cuenta con alegría como la culminación de su trayectoria profesional y quizás también de toda su existencia.
Pero a algunas personas la vida les zarandea sin contemplaciones, los trae y los lleva de aquí para allá, y se ven abocados a buscar fuera de su país lo que su tierra no pudo darles. Y así fue cómo Sever llegó a Córdoba y sobrevivió durante algunos años haciendo lo que sabía hacer, usar su vigoroso cuerpo como barrera de entrada de pubs y discotecas. Y en otra vuelta de tuerca de la dura fatalidad Sever sufrió un accidente, que le privó de cierta movilidad en una parte de su cuerpo, que hoy le estorba para casi todo tipo de trabajo y le impide ganarse la vida por sí mismo.
Y así fue como la pandemia le sorprendió sin un cuerpo vigoroso, sin un trabajo, sin vivienda, sin ayudas sociales, a merced de quien quisiera echarle una mano. Y desde el mes de marzo del fatídico 2020 Sever ha ocupado una parcela de la Avenida del Brillante, alojado en una caseta abandonada, propiedad de la compañía Reyal Urbis SA.
Y así como Sever estaba orgulloso de su potencial físico, la compañía Reyal Urbis SA está ufana de su potencial económico, sobresaliendo en la promoción de “un segmento de mercado amplio y estable, la primera residencia urbana para las clases medias”, también por ”la diversificación de sus productos, por el bajo coste de la adquisición del suelo y por las excelencias de su marca”. Es lo que se nos dice, al menos, en la web donde Reyal Urbis SA se promociona. Y por si fuera poco a Reyal Urbis SA le protegen las leyes y los tribunales.
Reyal Urbis SA es además consciente de su responsabilidad social colaborando “con fundaciones y ONGs para mejorar la calidad de vida de los niños necesitados, ayudando a generar recursos para la creación de una sociedad global mejor”. Y por si fuera poco a Reyal Urbis SA le protegen las leyes y los tribunales.
Sin embargo, Sever Orazali no va a poder beneficiarse de las excelencias de la marca Reyal Urbis y cuando el juzgado así lo decida tendrá que desalojar la caseta abandonada de la parcela propiedad de Reyal Urbis, para buscarse la vida sin un cuerpo vigoroso, sin un trabajo, sin vivienda y sin ayudas sociales. En la vuelta al orden natural de las cosas, Reyal Urbis proseguirá con su loable tarea de construir viviendas para las clases medias, de colaborar con fundaciones y ONGs para la ayuda a los niños necesitados y por si fuera poco a Reyal Urbis SA siempre le protegerán las leyes y los tribunales.
Pero ¿quién acogerá a Sever Orazali, quién protegerá a los sintecho, a los chabolistas, a los tártaros desahuciados de todos los lugares del mundo?
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