Han pasado cuarenta años del 28F y Andalucía sigue padeciendo unos índices de empobrecimiento y exclusión social que nos sitúan a la cola de Europa. El espíritu del 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980 fue traicionado por la partidocracia ejercida desde el poder central de Madrid. Si bien es cierto que la autonomía ha supuesto un avance, el partido responsable de los diferentes gobiernos andaluces ha estado más pendiente de sus intereses electorales a nivel Estatal que de los intereses de Andalucía. Por eso Andalucía no llegará a despegar de su inmovilismo sociopolítico mientras las directrices sigan marcadas por agentes ajenos a los propios andaluces. Andalucía no puede seguir esperando que las soluciones nos vengan caídas del cielo desde Madrid o desde Bruselas. ¿Por qué Euskadi o Cataluña han avanzado durante estos 40 años en sus reivindicaciones sociales y políticas? Porque sus Gobiernos, con sus luces y sus sombras, están comprometidos con sus nacionalidades, con sus pueblos, y no son títeres de los manejos del poder central. Al revés, estratégicamente han influido para beneficiar a sus respectivas naciones o países.
Después de 40 años nuestra Andalucía, nuestra querida nación, sigue navegando por las terribles aguas inestables del empobrecimiento y la exclusión social. Incluso hace más de una década aumentó la depresión económica debido a la crisis. Andalucía empezó a familiarizarse con palabras como paro de larga duración, sinhogarismo, desahucios, pobreza energética, banco de alimentos o precariedad laboral. A las familias empobrecidas anteriores a la crisis se unieron nuevos casos que tuvieron que vivir con el subsidio de desempleo, las ayudas, el apoyo familiar, sobre todo de los mayores, muchos de ellos con unas pensiones que apenas les llegan para vivir. Muchas fueron las familias que incluso fueron expulsados de sus hogares por no poder pagar las hipotecas a los bancos, los mismos que fueron rescatados con 60.000 millones de euros.
Si el relator de la ONU, Philip Alston, hubiera visitado todas las provincias andaluzas, habría encontrado una Andalucía marcada por la desigualdad, en la que conviven once de los barrios más pobres del país, en la que once ciudades de las catorce con más paro del país son andaluzas (por encima del 25%), y posee las localidades con menos renta por habitante, además de tener la esperanza de vida más baja del país. Si hubiese visitado todas nuestras provincias se habría encontrado con una foto fija de pobreza que atraviesa transversalmente Andalucía.
Fernando y Macarena les hubiesen enseñado el barrio de las Tres Mil Viviendas, que junto a los Pajaritos y Torreblanca son los tres barrios más pobres de España. Con algo más de 4000 euros de renta anual malviven en unas circunstancias donde el menudeo de la droga y la delincuencia es el pan nuestro de cada día. De la mano de Conchi, una abuela de 80 años, hubiese conocido en La Línea de la Concepción la barriada de Los Junquillos, donde el 51 por ciento de los inmuebles, nada más y nada menos que 1.750, se encuentran en un estado de conservación cuanto menos lamentable por no decir ruinoso, barrio que podemos considerarlo como un verdadero chabolismo vertical. Conchi, al igual que la mayoría de sus vecinos, no posee ningún tipo de estudios. Philip, de haber visitado a Angustias, hubiese visto cómo vive con sus ocho hijos en el barrio del Almanjayar de Granada, uno de los barrios más pobres del distrito norte de Granada. Un barrio que subsiste en parte por sus cultivos interiores de marihuana. Esta economía sumergida les trae múltiples problemas al estar fuera de la ley. Precisamente, el marido de Angustias lleva varios años en la cárcel por este motivo. Ahora se las ve y se las desea para sacar adelante a su prole. El relator de la ONU se hubiese encontrado con el barrio de Palmeras a más de tres km del centro de Córdoba, uno de los que engrosan la triste lista de los más pobres del país. Rafael y Dolores llevan toda su vida viviendo en este barrio y pueden asegurar como las condiciones de vida han ido empeorando. Las intervenciones policiales son frecuentes generando un ambiente de agresividad y miedo entre su población. Incluso los conductores de la línea ocho de autobuses urbanos no ven con buenos ojos circular por sus calles. Este matrimonio de mediana edad con apenas 6000 euros de renta anual les cuesta trabajo poder vivir con unos mínimos de dignidad. Juan y Carmen saben lo que es vivir en paro crónico, al igual que sus vecinos de Palma Palmilla de Málaga, un distrito que roza el 80% de desempleo. Pese a estar a escasa distancia del centro, se encuentra de espaldas a la ciudad. Son barrios ghetto, a consecuencia del urbanismo excluyente que se ha venido desarrollando en los cinturones más empobrecidos de nuestras ciudades. El relator sí llegó a estar con los recolectores de fresas en Huelva y aseguró que su situación es «peor que en un campo de refugiados». Entretanto, la marca norteamericana Driscoll’s, vinculada con la agricultura onubense desde hace unos 20 años, fue una de las más beneficiadas de los 533 millones de euros que supuso la temporada 2018-2019.
Podríamos seguir la ruta de nuestra Andalucía empobrecida. Hasta 99 zonas, según la Consejería de Igualdad, existen con un mayor riesgo de empobrecimiento y exclusión social, donde el paro, analfabetismo, infravivienda son el denominador común. Se trata de una población de un millón y medio de personas, un 17% de la población andaluza.
Nada que ver con los barrios más ricos de Andalucía, como la zona del Salvador-Catedral o el Prado de San Sebastián en Sevilla donde la renta supera con creces los 40.000 euros. Los distritos Centro y Ronda de Granada también sobrepasan esas rentas. La zona de La Malagueta y Monte Sancha en Málaga presenta los niveles adquisitivos más altos con unas rentas brutas medias que casi alcanzan los 50.000 euros. Más de 32.000 euros es la brecha entre el barrio más rico y más pobre de Córdoba. Mientras El Brillante tiene una renta de más de 50.000€, el Sector Sur está en 17.937€.
Esta sociedad dual es insostenible. De hecho, el auge de la extrema derecha es un fuerte aviso para navegantes. O se cambia esta tendencia de desequilibrio social, que aumenta la brecha entre ricos, acomodados y pobres, o el fascismo seguirá aumentando entre los sectores más deprimidos de nuestra sociedad andaluza.
¿Hasta cuándo tanta penuria y sufrimiento? Desde luego mientras sigamos esperando las soluciones desde Madrid o Bruselas no vamos a conseguir cambiar este desolador panorama. Tenemos que luchar y pelear por conseguir que los beneficios que se producen en Andalucía se queden en nuestra tierra. Tenemos que revertir el plan que diseñó Maastricht para nuestra Andalucía hace varias décadas, desmantelando su industria para hacernos camareros y policías de frontera. Tenemos que exigir una educación y formación que llegue con éxito a todos los pueblos y barrios de Andalucía. No podemos permitir una educación que no aporte las garantías suficientes para sacar a los andaluces de su postración. Tenemos que parar la hemorragia de la emigración juvenil. Nuestros jóvenes más capacitados se nos van a engordar el conocimiento y la economía del Norte. Tenemos que frenar el despoblamiento rural. Una política agraria que ponga el acento en los pequeños y medianos empresarios, dignificando la mano de obra de los trabajadores del campo. Tenemos que defender hasta la extenuación nuestra sanidad y educación pública. Tenemos que luchar para no ser frontera hostil y de muerte. Tenemos que unirnos en grandes redes sociales andaluzas, como puede ser el caso de Andalucía Viva, comprometidos por los derechos humanos de nuestra gente, de nuestro pueblo, de nuestra nación.
Andalucía tiene un pueblo de luz, una tierra fecunda y un alma grande. Andalucía necesita unir sus fuerzas, sus voluntades, sus ganas para ver dignificada a toda su población.
¡Viva Andalucía Libre! ¡Viva Andalucía Viva!
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