A finales de mayo hubo un derrame de petróleo de 20.000 toneladas de Diesel en un río siberiano, que acabaron evidentemente en el Ártico. Fue en un zona de la Siberia rusa, cerca de la ciudad de Norilsk, una de las ciudades ya de por sí más contaminadas del mundo. Con toda seguridad el derramamiento fue consecuencia del derrumbe de un tanque de combustible de una central térmica construida sin cimentación, directamente sobre el hielo, como es tradicional en aquellas latitudes. Norilsk es una de las ciudades más frías del planeta, donde hay hielos permanentes o permafrost. Sobre estos hielos permanentes se construyen todo tipo de infraestructuras como pueden ser gasoductos, centrales nucleares o líneas de ferrocarril. Con el incremento de temperaturas en las zonas árticas se está empezando a producir un deshielo del permafrost, cuya profundidad en algunas zonas puede tener hasta 1’5 kms, aunque en otras la parte activa del permafrost, la parte superior, de hasta los 4 metros de profundidad, se hielan y deshielan en temporadas. Ya se está dictando normativa para evitar que estos desastres se generalicen porque es evidente que el calentamiento global está provocando fuertes cambios. Hasta tal punto está aceptada la realidad del deshielo en zonas donde no ocurría antes, que en el Tibet se está planificando construir una línea de ferrocarril a 4000 metros de altura sobre los hielos permanentes.
Y aunque se reconoce la evidencia empírica del calentamiento global, y se ponen parches para evitar desastres, los gobernantes no quieren hacer caso y muestran una ceguera absoluta, a pesar además de que en la comunidad científica hay montones de investigaciones alertando de estos fenómenos. Hace años Putin llegó a decir que el incremento de temperatura les vendría bien porque mejoraría sus cosechas. Estas declaraciones absurdas y vergonzosas se explican porque todavía piensan que el beneficio que pueden obtener por la extracción de nuevos recursos es superior a los perjuicios provocados por el cambio climático. Por encima del círculo polar ártico, por el paralelo 66, ya ha habido temperaturas de más de 30 grados, y en países donde la gente no ha experimentado esas temperaturas y no están preparadas para ello, es horroroso, como lo fue el verano pasado en Escandinavia. Los que dirigen las políticas, desgraciadamente, sólo actúan a favor del beneficio inmediato y no en el bien a largo o medio plazo. Piensan por ejemplo que cuando la banquisa polar se derrita, esto es el hielo marino, que será pronto, podremos acceder a los recursos que hay debajo de la banquisa fácilmente, explotación de petróleo básicamente.
Evidentemente las decisiones se mueven básicamente por intereses económicos, pero esos intereses los tenemos todos los países y todas las naciones. En realidad nosotros somos cómplices de todas estas cosas porque buscamos los productos más baratos sin preguntar porqué lo son. La soja que se cultiva en la Amazonia deforestada de Brasil se la compramos nosotros, los europeos, para alimentar nuestro ganado. Hay muchísimos “efectos secundarios” de los intereses de la UE que están provocando deforestación de la Amazonia para plantar soja, o deforestación en los bosque de Indonesia para plantar palma. La Unión Europea es cómplice de todo esto con sus demandas para satisfacer nuestras “necesidades” que realizamos poniéndonos una venda en los ojos.
En todo proceso de toma de decisiones y de regulación para la extracción de recursos suele haber dos tipos de mecanismos, el de explotación de recursos sin mirar sus consecuencias y el de reparación de los daños provocados para la explotación de esos recursos, como ejemplo, la decisión del alcalde de Córdoba de sustraer la partida íntegra que iba destinada a la plantación de arboleda en la ciudad y, al cabo de unos días, se aprueba una moción para la plantación de arboleda en la ciudad, en menor inversión, claro. Haciendo daño, se beneficia a las empresas que me están dando su apoyo y estas mismas empresas se embolsarán el dinero que cuesta reparar los daños; las empresas de armamento venden bombas y luego se encargan de la reconstrucción de las zonas bombardeadas.
Muchas veces la UE saca pecho de las medidas que está tomando para evitar las emisiones, cuando esas emisiones que nosotros estamos evitando se están produciendo en el sureste asiático, o en Sudáfrica, en otras latitudes que por lejanas que estén no evitan los daños al medioambiente y nuestra responsabilidad en la contaminación ambiental y en la destrucción de ecosistemas. Ejemplo de ello es el cierre reciente en España de dos centrales térmicas de carbón. No sólo se cerró debido a la fortísima demanda social por ser la más contaminante, mucho más que el petróleo o el gas, también por terminaron cerrándolas por el coste de producción, ya que el carbón en España era básicamente de importación puesto que resultaba mucho más barato traerlo de fuera que extraerlo en España. Esto es otra cosa sobre la que hay que reflexionar; porqué era más barato traerlo, porque seguramente las exigencia ambientales que se exigían aquí no se exigen en los países de donde lo traíamos. El cierre de las centrales térmicas de carbón era obvio, Ecologistas en Acción hicimos un informe en 2011 sobre el sistema energético para el año 2030 donde demostrábamos que para entonces tendríamos suministro eléctrico sin nucleares, sin petróleo y sin carbón, solamente tendríamos que mantener nuestras centrales de gas. Las centrales de gas son muy versátiles, ya que se pueden encender y apagar en un momento en contraposición con la nuclear que debe estar funcionando 8000 horas al año. Con ese informe demostrábamos que para 2030 el suministro energético en España estaba garantizado apostando por las renovables más la hidroeléctrica.
Pero todo este esfuerzo tiene un efecto muy relativo, por mucho trabajo que queramos hacer los ecologistas y otras organizaciones que tienen conciencia ambiental como nosotros en relación con el cambio climático o con los problemas ambientales, el efecto que hacemos es similar a una gota en el océano, no podemos dar de sí lo que sería necesario. Sería necesaria una alfabetización e ilustración masiva, como lo que se ha hecho con el tema de la pandemia, según asegura Jorge Riechmann. Tendría que hacerse proyectos a gran escala que partieran de las administraciones, que arrastrasen a la sociedad en su conjunto, tanto a partidos, sindicatos, organizaciones sociales, organizaciones culturales. Y esto solamente se puede hacer si hay una estrategia, si hay recursos y la administración pone en marcha y planifica como debe unos mecanismos de formación muy intensos. En las escuelas debería haber profesores de cambio climático y biodiversidad, como ya hay en algunas escuelas británicas, meter en el currículum escolar el tema ambiental. Y no sólo esto, lo mismo que el tema Covid ha sido el tema estrella durante tanto tiempo, los últimos tres meses, lo mismo debería ocurrir con el tema ambiental. En Córdoba hay una necesidad de educar a la gente en conciencia medioambiental, se necesita reforzar proyectos como “Barrios por el Clima” que afecta a asociaciones vecinales, asociaciones de mujeres, Ampas, asociaciones juveniles, parroquias, asociaciones ambientales… Es muy importante que esas sensibilizaciones las lleven a los mercados, a los bares, a las puertas de las escuelas, a las reuniones familiares, con su pequeña aportación, como una hormiguita, que es la forma en que, desde abajo, se fuerce a las instituciones a que actúen y que se tomen decisiones.
Síntesis de la conversación mantenida con Guillermo Contreras, de Ecologistas en Acción, en Pardigma Radio el sábado 11 de julio de 2020.
A escuchar en este enlace:https://www.spreaker.com/episode/39115346
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