Carola Reintjes.
“La crisis llega a su final”… es lo que se nos vende, crecimiento económico con uno de los PIB más elevados de Europa (3,1%, INE), hecho que no se ha traducido en una reversión de las consecuencias devastadoras de la crisis. “España va bien”… para un puñado de selectos.
Un 1% más rico de los españoles acumula el 21,1% de la riqueza, según el “Informe sobre la Desigualdad Global”, con una fortuna media de 3 millones por persona. La fortuna de sólo veinte personas alcanza un total de 115.100 millones de euros. El 50% de los españoles con menos recursos solo posee el 6.6 % de la riqueza personal del país, con una riqueza media de 18.900 euros. «La desigualdad económica es un fenómeno generalizado y ha ido en aumento desde los años 80». El 10% más rico acumula desde mediados de los años 80 el 57% de la riqueza personal del país, la riqueza personal de cada persona en esta lista es 43 veces mayor que la riqueza personal del 50% de la población. El 1% de la población española concentró tanta riqueza como el 80 % de los más desfavorecidos, según el informe “Una Economía al servicio del 1%” (Oxfam, 2017). Con estas demoledoras cifras, España ocupa el triste segundo lugar en el ranking de países de la Unión Europea de mayor aumento de brecha entre rentas altas y bajas (solo por detrás de Estonia).
Por razones obvias, la lectura optimista de que “España va bien” y que la crisis ha tocado fondo no está compartida por los 12,3 millones de españoles en riesgo de pobreza y exclusión social, uno de cada cuatro españoles (26,6%), entre ellos más de un millon con título universitario. Así lo muestra el Informe “El Estado de la Pobreza. España 2018” (EAPN). El 6.9% de la población sufre pobreza severa, y el 1,7 % de la población (791.726 personas) se encuentra en la «peor situación económica y social posible».
«Tener un empleo no garantiza salir de la pobreza», el 14,1% de las personas ocupadas se encuentran en riesgo de pobreza. Un 30% de hogares tiene ingresos inferiores a 355 euros al mes. La reforma laboral del Partido Popular del año 2012 agudizó dramáticamente la crisis del mercado laboral y sus consecuencias en la economía doméstica. España, solo detrás de Grecia, es triste campeón de la temporalidad del trabajo. La Comisión Europea ya alertó en 2017 del uso “generalizado de contratos temporales en España” y de sus efectos negativos y alertó que “Los niveles de pobreza y desigualdad salarial están entre los más altos de la Unión Europea” (Informe sobre desequilibrios macroeconómicos, CE, 2017). La precariedad laboral en nuestro país ha llevado a la Organización Internacional de Trabajo a mencionar a España entre “los campeones del trabajo temporal” (OIT, Informe “El empleo atípico en el mundo”).
Nada que celebrar, tampoco, para los más de 7 millones de españoles que no logran calentar su vivienda en invierno. Según el Informe “Pobreza Energética en España”, el 15% de la población está sufriendo temperaturas inadecuadas en su vivienda y/o algún retraso en el pago de recibos. O para las más de 700.000 familias que han sido desahuciadas, solo 200.000 familias en los últimos tres años: la escalofriante cifra de 163 familias desahuciadas cada día, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), mientras España tiene una veintena de sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sentenciando en su jurisprudencia la legislación española y los abusos bancarios. Un mundo al revés, donde el rescate es de los bancos (más de 50 mil millones de euros de las arcas públicas), bancos caracterizados por abusos notorios, y no de las personas.
El drama de la pobreza afecta a todas las generaciones y todos los estratos sociales y aumenta para las mujeres, los mayores de 65 años y titulados superiores. Especialmente alarmante es la situación de los menores, tres de cada diez niños están afectados por el riesto de pobreza y explusión social. Y la juventud es toda una generación sin perspectiva de empleo y futuro. Para campeones, no hay quien nos gane: España es de 34 países el país miembro de la OCDE donde más ha aumentado el desempleo juvenil en una década, 4 de cada 10 jóvenes enfrentan esta dramática realidad. Más de un millón de jóvenes entre 18 y 35 años se han visto obligados a emigrar en búsqueda de trabajo, y futuro.
Nuestros mayores se encuentran la hucha de las pensiones saqueada. Tres de cada diez pensiones (29,6%) están con 609 euros por debajo del umbral de la pobreza, y otro 15% corre este riesgo. Nuestros mayores empobrecidos, detrás de una larga vida de trabajo y sacrificio. Fiel reflejo de la una sociedad sin alma, debido a las políticas neoliberales que han saqueado la riqueza del país, y la han concentrado en un clan selecto, con la corrupción a la orden del día, dejando a los mayores expuestos a la pobreza, y a los jóvenes sin futuro. ¿Jubilación en precariedad? ¿Juventud sin futuro? ¿Es este el legado que queremos dejar a nuestros mayores e hijos?
La crisis es de obscena dimensión con sus vertientes de crisis económica, ambiental y crisis de valores. El drama social de la economía doméstica ahogada es un verdadero escándalo político, económico y social de profundas raíces estructurales. Los fríos y desoladores datos contradicen las voces optimistas que prometen el final de la crisis, y tienen detrás caras, y vidas, humanas, con unas condiciones de vida inhumanas, a años luz de los derechos consagrados en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La indecente dimensión de la crisis es aún más aguda en Andalucía y en Córdoba, tristes campeones en los ranking de riesgo de pobreza y exclusión social, desempleo y empleo precario o del mapa de los barrios más pobres de nuestro país.
ANDALUCÍA, TIERRA RICA CON-TRA GENTE POBRE
Tierra de riqueza extraordinaria…produciendo riqueza para un club de señoritos
Andalucía, tierra de crisis crónica, con 500.000 pobres más en una década. 3,1 millones de andaluces se encuentran en riesgo de pobreza y exclusión con la tercera mayor tasa de España, según el informe sobre “El Estado de la Pobreza en Andalucía 2018” (EAPN-A). «Se ha consolidado en Andalucía una pobreza endémica, crónica y generacional», en palabras de su presidente Juan Reyes. Uno de cada 4 andaluces (22,9%) se encuentra en situación de desempleo, dato que se agrava hasta el 27,1% y alcanza la cifra dramática del 46% para menores de 25 años (EPA, III-2018), andaluces privados del derecho constitucional de empleo o que sufren su notoria precariedad y temporalidad. El salario de 3 de cada 10 asalariados no supera los 327 euros al mes (EAPN-A), y la amenaza del paro es, con mucha diferencia, nuestra primera preocupación (87,8%, Celeste-Tel).
¿El derecho a vivienda digna? Andalucía es – con la desolador cifra de 10.437 desahucios (7.002 de ejecuciones hipotecarias) – la segunda comunidad autónoma con más desahucios (17,1% del total estatal, CGPJ, 2017), y un 8,4% padece pobreza energética (EAPN-A). Un frío invierno parece ser el futuro de Andalucía.
CÓRDOBA…. en la cola
¿Y Córdoba? Un tercio de la ciudadanía cordobesa (37%), se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social, 11 más que la media española, y el 9,2% en situación de pobreza severa (EAPN-A). Córdoba está con tres barrios en el desolador ranking de los 15 barrios más pobres de España (Sector Sur, Guadalquivir y Las Palmeras). Más de la mitad de las familias cordobesas son “mileuristas”. La brecha salarial para las mujeres es del 28,2%, con una media de 3.336 euros menos de salario/año. El 30% de nuestros mayores reciben pensiones por debajo del umbral de la pobreza. La precariedad laboral afecta más los jóvenes. El abandono escolar afecta a uno de cada cuatro jóvenes (24,8%). El 21,4% de los jóvenes ni estudian ni trabajan. Muy alarmante, uno de cada tres menores (30%) se encuentra en riesgo de pobreza (EAPN), 7.4 puntos por encima de la media estatal.
La provincia de Córdoba ocupó en el último trimestre el desolador cuarto lugar de las provincias con la tasa de paro más alta del país. Este drama afecta a uno de cada cuatro cordobeses, cerca de 100.000 personas (25,4% de población activa, INE, 2018, T-III) y solo en Córdoba ciudad a 35.318 personas (23,59%, EPA, III-2018), afectando en mucho mayor medida a las mujeres y a la mitad de nuestros jóvenes. Un drama de gigante dimensión, que obliga a miles de cordobeses a recibir ayuda asistencial diversa, ya sea pública o privada. Y ha obligado a cientos de jóvenes cordobeses, una marcha silenciosa, a emigrar en búsqueda de “pan, trabajo, techo y dignidad”.
HACIENDO MEMORIA….
El Motín del Arrabal, la primera revuelta de clase en Andalucía
En otoño del 2018 se celebró 1200 aniversario del Motín del Arrabal, el levantamiento que tuvo lugar en lo que hoy es el Campo de la Verdad en marzo de 818. La revuelta popular fue encabezada por Abu Hafs al-Balluti de los Pedroches. Los habitantes del Arrabal de Shaqunda de la capital andalusi, hoy conocido como la zona de Miraflores, se sublevaron contra el despótico al-Haqem I y los impuestos abusivos del Emir. La insurrección duró tres días y fue duramente castigada, con incendios de las casas y comercios de los sublevados y más de 2000 muertos, 300 crucificados y la pérdida de todos los bienes y el destierro de más de 20000 familias. Esas familias tuvieron que abandonar el país, y el exilio y la odisea llevó a los desterrados a Fez, conquistaron Alejandría instaurando el Estado independiente de Alejandría y siguieron a Creta donde fundaron un emiratos cordobés que sobrevivió 150 años. La historia la escriben los vencedores que se encargaron de silenciar estos hechos históricos a lo largo de los siglos, silenciado con ello el primer levantamiento andalusi, un levantamiento de humildes contra políticas opresivas y explotadoras silenciado, no vaya ser que el motín del Arrabal diera ideas a trabajadores y súbditos oprimidos del pueblo andaluz de siglos posteriores.
¡ANDALUCES, LEVANTAOS!
“Yo tengo clavada en mi conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales…” Blas Infante
Andalucía y Córdoba, con el debido y exigible apoyo del Gobierno central, tienen recursos y un potencial más que suficientes para enfrentar su futuro. Tierra de contradicciones complejas, de falta de voluntad política y del espíritu “Blas Infante” para zanjar la indecente e indignante desigualdad de raíces estructurales históricas.
Visualizar el futuro de nuestra tierra – de extraordinaria riqueza – en manos de un clan señoritos que producen sin criterio social y ecológico, con un modelo agrario latifundista receptor de millionarios subsidios europeos, y una reforma agraria eternamente pendiente, donde los andaluces que viven del campo, reducidos a campesinado empobrecido y jornaleros precarios, siguen la voz del amo – como en otros siglos, con un grito desesperado – pero demasiado silencioso – por esa reforma agraria pendiente, y con miedo por el mañana.
“Esclavos son los hombres que necesitan señor” (Blas Infante).
Es imprescindible, y urgente, una reforma agraria al servicio de las personas y de la “madre tierra”, como lo es una reforma radical del modelo industrial, del sector terciario y del modelo de turismo en nuestra comunidad autónoma y provincia. Porque perpetuar el estatus quo es aceptar que el sector agrario y de servicios obedecen cada día más a intereses capitalistas, concentradas en pocas manos, donde los rendimientos “se fugan”, apenas repercuten en la economía local. Y significaría para este 80% de los más desfavorecidos resignarse, en vez de rebelarse contra este 1% de los españoles que acumulan tanta riqueza como ellos, y han construido un país al servicio del 1%. Resignarse, ya sea como trabajadores/as agrícolas explotados para llenar mesas europeas de fruta y verdura buena, bonita y barata, camareros/as de piso para mares de turistas o camareros/as sirviendo mesas ajenas, … resignarse es rendirse. Una visión de un futuro desolador. ¡Está en nuestras manos actuar para revertir el drama social de tan gigante dimensión!
DEMOCRATIZAR LA ECONOMÍA… DIGNIFICAR LA POLÍTICA
Algunas políticas progresistas tan solo han contribuido a amortiguar los impactos de la crisis. Como ciudadanía protagonista tendremos que ir más allá del asistencialismo, y hacernos la pregunta ¿Qué modelo de sociedad y modelo de economía queremos para las futuras generaciones? Nuestro modelo económico y productivo tiene que estar bajo un severo análisis de su capacidad generadora de empleo digno. Y hará falta coraje político para revertir la tan perjudicial privatización de servicios básicos (sanidad, educación, luz, agua, transporte, etc.). La mano invisible del mercado, – la economía capitalista sin contundente regulación pública y fiscalización democrática – no solamente no ha sabido evitar la crisis o cerrar la brecha entre ricos y pobres, sino ha agudizado la crisis y la obscena desigualdad (véase el cuadro abajo).
Hará falta auténtico valor político y profundo compromiso social para invertir la situación, más allá de puntuales medidas amortiguadoras de sus consecuencias. Hace falta una transición económica que va a la raíz: re-pensar y re-construir el modelo social y económico, hacia una economía del bien común que vela por los derechos sociales y ambientales, la sabia Pachamama o Madre Tierra indígena. Es preciso democratizar la economía recordando su finalidad: satisfacer las necesidades de las personas. Donde la persona está en el centro de la actividad económica, con empresas y políticas públicas al servicio del bien común, impregnados de valores de dignidad y justicia, y velando a su vez por la sostenibilidad del planeta.
Recordemos que la palabra política proviene de la palabra griega “politikós” (πολιτικός), que significa “de los ciudadanos” (ciudad-polis o Estado-polis). Y la palabra economía proviene de la preciosa palabra griega “oikonomia” (οἰκονομία), que significa la administración o el “cuidado del hogar” (oikos), el hogar de nuestra casa o de nuestro planeta.
¡Hagamos honor a esta raíz, a nuestras raíces!
Pero, para dar este paso, hace falta un primer paso:
“¡Andaluces, levantaos!”
Foto: Manifestación en Málaga el 4 de Diciembre de 1977. IMAGEN. Archivo Foto UMA.
Buenísimo e ilustrativo artículo.
Enhorabuena Carola.
Es el liberalismo y la democracia… Las diferencias entre clases no han parado de aumentar desde 1978.