Nuevamente los ciudadanos y ciudadanas estamos convocadas a otras elecciones generales como si fuéramos gente «tonta» sin la suficiente madurez para saber qué ponemos en las urnas. Una vez más nos tratan de imbéciles, echándonos la culpa del fracaso de no formar gobierno. Olvidan el veredicto de la ciudadanía en la última convocatoria y no parece de recibo que lo devuelvan por un desencuentro sin resolver, haciendo dejación de una obligación a la que optaron voluntariamente para asumir un trabajo, por cierto, muy bien pagado.
Las personas que nos sentimos de izquierdas hemos asistido, con cierto vértigo, a un escenario en el que se anhelaba que “los nuestros” pudieran poner coto a más de una década de recortes, de ley mordaza, de reformas laborales que han empobrecido a los trabajadores; de posibilitar el freno al aumento continuo del paro, sobre todo el paro juvenil; de hacer posibles las reivindicaciones de los pensionistas, en permanente lucha en la defensa de las pensiones públicas; de conseguir, de una vez por todas, la justicia para las víctimas del franquismo, o activar eficazmente la Ley de Igualdad para terminar con los crímenes machistas. Y, también, de contener de manera contundente a la derecha rancia que crece en esta etapa de crisis y desconcierto. O de tratar a la emigración con humanidad. O de fortalecer la sanidad y educación públicas, en privatización por parte de la derecha (real y la vestida de “izquierda”) Pues, al final, ¡nuestro gozo en un pozo!
En todo este fracaso político hay un responsable, que es quien ganó las elecciones, pero que ha demostrado su incapacidad negociadora, dejando patente una vez más que el partido que él representa, con los años, ha dejado hecho jirones las siglas PSOE, alejándolo del espacio de la izquierda. Da la impresión de que los políticos no entienden el lenguaje del pueblo cuando se manifiesta en las urnas pues se empeñan torticeramente en trasladar a la ciudadanía la responsabilidad de su fracaso. No parecen tener la más mínima intención que obedecer la voluntad del pueblo. El ganador de las recientes elecciones repite torpemente la misma actitud que tomó el PP cuando tuvo la misma responsabilidad. Repite las mismas estrategias. ¿A quién obedecen? ¿Tendrán que repetirse las elecciones hasta que vuelva el bipartidismo?
El responsable de todo este desaguisado es quién ganó las elecciones. Su soberbia ha primado sobre el servicio a la comunidad, y el sentido de la responsabilidad por parte de los líderes de la derecha ha brillado por su ausencia. En definitiva, el PSOE desde un principio, vislumbró los no acuerdos para así justificar la repetición de las elecciones generales. Pedro Sánchez, con su incapacidad de negociar con el resto de los representantes políticos, ha demostrado no estar capacitado para repetir de nuevo. Si, en el peor de los casos, mintió desde un principio, no es digno del trascendente privilegio de ser presidente de nuestro país.
Tendremos que volver a las urnas sin resignación ni desánimo. El futuro de nuestras generaciones venideras depende de la conciencia social que hay que defender a pesar de políticos irresponsables. No podemos permitir que los que nos hunden en la miseria se salgan con la suya. Despertemos de una puñetera vez.
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