Francisco Javier Rivero García
Una extraña sensación entre tristeza y enfado recorre mi cuerpo cada vez que paseando por mi ciudad presencio a trabajadores del ayuntamiento actuar sobre nuestros arboles. Hace poco le toco a la avenida Virgen de la milagrosa. Incluso siendo ávido aficionado a la jardinería y amante de la naturaleza me surgen dudas sobre ciertas prácticas que cada vez dejan menos indiferente a menos personas. Podas de desmoche que diezman el tamaño del árbol a las puertas del verano, talas de muy dudosa justificación o podas de realce que quitan poder refrigerador a nuestros mejores aliados en una Córdoba que casi arde en los meses estivales. ¿No sería lógico esperar a que toda esa masa verde dé lo mejor de sí cuando más se necesita? Como ya he dicho las dudas y preguntas aparecen como de la nada; motivos, económicos, de agenda, desconocimiento, justificación en ciertas actuaciones… etc. Sin duda falta una notable sensibilización al respecto. Sólo así podremos conseguir para nuestra ciudad algo en lo que se debería dar mas importancia que en otras ciudades.
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