Si alguien quiere saber los motivos por los que la reforma de la Reforma Laboral ni es conveniente ni puede dejar satisfechos a quienes tienen una mentalidad más social, el portavoz de las Marchas de la Dignidad, Antonio Luna Crespo, lo deja muy claro: «Por los cambios que se han dejado de hacer y por los cambios que se han hecho«. A cuál peor, en opinión de este abogado y miembro de la Asesoría Jurídica de CNT.
Entre los primeros, el sindicalista destaca que se incumple por completo el acuerdo de gobierno alcanzado el 19 de diciembre de 2019 entre el PSOE y Unidas Podemos en el que, en el apartado 1.3 se decía de forma literal: «Derogaremos la Reforma Laboral«. Derogar significa dejar sin efecto una norma jurídica o cambiar parte de ella, y como eso no se ha llevado a cabo «supone un incumplimiento flagrante de los compromisos adquiridos«, tanto entre ellos como formaciones políticas como entre éstas y la ciudadanía.
¿Dónde estaba el verdadero meollo de la cuestión? ¿Lo que era básico, fundamental y esencial que dejará de funcionar? El despido, que sigue siendo extremadamente barato, y si eso se deja así, «ningún derecho de los trabajadores está a salvo«, en el sentido de que en el momento en que se intente hacer cumplir la ley y los derechos que ésta reconoce «el empresario te puede despedir sin coste alguno o con muy poco coste para él«, advierte Luna.
Del mismo modo en que toda una teoría montada sobre una mentira es igualmente una gran mentira, en este caso concreto de la reforma de la Reforma Laboral del PP, si se mantiene sin modificar el despido libre, «todo lo que nos cuenten de que son mejoras, sobre todo en las pequeñas empresas, que es donde están los trabajadores más pobres y empobrecidos, se quedará en agua de borrajas«.
Otro elemento denunciable es que hasta el año 2012 existían dos tipos de indemnizaciones que se cobraban en caso de un despido improcedente o ilegal. Por un lado una, proporcional al tiempo de trabajo de 45 días por año trabajado, y otra que eran los salarios de trámite (o salarios de tramitación) y que iban desde el día del despido hasta el día de la sentencia, cuando ya el juez dictamina que el despido era verdaderamente ilegal.
Pues bien, estos salarios de tramitación suponían una mayor protección para los trabajadores y trabajadoras empobrecidos con contratos temporales. Y es que en un contrato típico de 75 días de duración la indemnización correspondiente —y que en esta «reforma de la reforma» se conserva— es de sólo seis días, pero con los salarios de tramitación, que tampoco se recuperan, se llegaban a cobrar hasta 90 o 120 días, en función de lo que el juzgado tardara en pronunciarse, «y la diferencia para este tipo de bolsillos es abismal y vital«, ha añadido Luna.
Hablando en plata, lo que la Reforma Laboral del PP quitó fue más del 90% de la indemnización para los trabajadores temporales pobres. Con la iniciativa del PSOE y Unidas Podemos esa merma se consolida, lo que no deja de ser lamentable.
Tampoco se ha recuperado en esta nueva fase de la Reforma Laboral de la derecha el control que la Administración ejercía, a través de las autorizaciones, a las razones alegadas por las empresas para los casos de extinción o suspensión colectiva de las relaciones de trabajo. «Esa criba tan necesaria sigue en el limbo, lo que permite a algunos echar a la calle a su plantilla casi sin justificación«.
Hay puntos oscuros que, en opinión de Antonio Luna Crespo, suponen un «auténtico ensañamiento con esos trabajadores pobres«, porque empeoran su situación con respecto a los establecido para ellos por el PP en 2012. Se trata del contrato de formación en alternancia, para los jóvenes sin estudios. Un contrato que, con la reforma de la derecha, se podía celebrar hasta con 25 años, ahora se amplía hasta los 30 años, con el agravante de que la duración mínima del contrato de trabajo con la reforma del PP era de un año y ahora se baja a tres meses. Es decir, que «siempre, siempre se ensañan legislativamente con los más pobres«, remarca el abogado.
Y si algo resulta triste para este sindicalista es que «llueve sobre mojado«, con CCOO y UGT y el PSOE, que han venido «históricamente traicionando los intereses de los trabajadores«, a los que se les ha unido ahora IU, donde hay una serie de «oligarquías que buscan perpetuarse en el poder y se niegan para ello a afectar con sus reformas los intereses de los muy poderosos, por lo que prefieren anteponer sus intereses personales, proseguir con su actividad política y ser tratados con benevolencia por los medios, antes que defender los intereses que dicen defender«.
0 comentarios